La ofensiva de Botsuana contra el ecologismo paternalista europeo continúa. El expresidente Mokgweetsi Masisi ha reafirmado en una visita a Berlín su insólita oferta de entregar 20.000 elefantes a Alemania como respuesta al veto impuesto desde Europa a la importación de trofeos de caza africanos. Una medida promovida por el Partido Verde alemán que, bajo el pretexto de la protección animal, ignora —según denuncia Botsuana— las consecuencias devastadoras que estas decisiones generan sobre las comunidades africanas que conviven a diario con la fauna salvaje.
Botsuana gestiona desde hace años su desbordada población de elefantes —unos 130.000 ejemplares— mediante un sistema de caza controlada y estrictamente regulada. Este modelo no s´plo protege a las personas de los ataques de los animales, que destruyen cultivos, arrasan aldeas y provocan muertes, sino que además genera ingresos, empleo e infraestructuras en regiones remotas, ofreciendo un incentivo económico real para la conservación.
La prohibición alemana, impulsada por la exministra de Medio Ambiente Steffi Lemke, desató la indignación en Botsuana, cuyo Gobierno acusa a Berlín de ejercer un «paternalismo neocolonial». «Es fácil sentarse en Europa y decirnos cómo debemos vivir», reprochó Masisi, lanzando su provocadora propuesta: «Entonces, pueden llevarse los elefantes ustedes mismos«.
Durante su visita a la capital alemana, Masisi entregó incluso un elefante de peluche a un periodista, con un mensaje especial para el canciller Friedrich Merz (CDU): «20.000 elefantes salvajes para Alemania. Si se toman los primeros cinco, es un buen comienzo».
El modelo de conservación basado en la caza cuenta con el respaldo de otros países africanos. Namibia ha calificado los planes alemanes de «interferencia ilegal», mientras que el conservacionista Maxi Louis denuncia la «arrogancia racista» de los políticos europeos, que pontifican sobre África desconociendo la realidad de quienes conviven diariamente con los animales. «Los africanos no somos ciudadanos de segunda clase», subraya Masisi.
Con el cambio de Gobierno en Alemania, Botsuana confía en una mayor receptividad. El canciller Merz ha expresado su intención de reforzar la cooperación con África, y Masisi le toma la palabra: «Me alegra que la gente ahora nos escuche. No como antes».
Eso sí, Botsuana fija sus condiciones de la propuesta: los elefantes deberán poder vagar libremente por territorio alemán. «El clima alemán ya es bastante malo para ellos», ironizó Masisi, «pero queremos ver cómo se las arreglan». Además, exige reabrir el debate sobre el comercio controlado de marfil, hoy prohibido a nivel internacional. Los colmillos recogidos durante años se acumulan en almacenes vigilados mientras Botsuana defiende su derecho a gestionar su propia riqueza natural: «Actuamos con ética, transparencia y dentro del marco del Estado de derecho. ¿Por qué no se nos permite vender nuestro propio marfil?».
Por ahora, según recoge el diario Bild, el Ministerio alemán de Medio Ambiente señala que Botsuana no ha presentado ninguna solicitud formal, aunque reconoce los logros de conservación del país africano como «ejemplares».