Pekín ha confirmado que las negociaciones con la Unión Europea sobre los vehículos eléctricos chinos han entrado en su fase final, en un intento por evitar la imposición definitiva de aranceles antidumping de hasta el 35,3% que la UE ya tiene sobre la mesa. Así lo ha anunciado este sábado el Ministerio de Comercio del régimen comunista tras una reunión clave celebrada en Francia el pasado 3 de junio entre el ministro Wang Wentao y el comisario europeo Maros Sefcovic.
Durante el encuentro, ambas delegaciones abordaron los principales puntos de fricción entre Bruselas y el gigante asiático, incluidos los subsidios masivos que China concede a su industria del vehículo eléctrico, la investigación china contra el brandy europeo y el control de las exportaciones estratégicas.
Bruselas mantiene que los subsidios estatales chinos otorgan una ventaja desleal a sus fabricantes frente a la industria europea, y ha impuesto medidas correctoras para defender el mercado interior. Por su parte, el régimen de Xi Jinping trata de presionar a la UE para evitar el cierre de su puerta comercial en un sector clave para su expansión global.
China quiere blindar la exportación de materiales estratégicos
Además, en plena guerra económica, Pekín ha ofrecido a la UE la creación de un «canal verde» aduanero para agilizar la exportación de tierras raras, materias primas fundamentales para la industria tecnológica europea. El objetivo: acelerar la entrega de materiales altamente demandados a cambio de concesiones regulatorias en sectores como el automóvil eléctrico o la tecnología de alta gama.
China ha aprovechado la cita para reclamar a la UE una actitud «constructiva», y ha reiterado que sus medidas de control de exportaciones, incluidas las de tierras raras, se «ajustan a prácticas internacionales comunes». Un mensaje dirigido a aliviar las tensiones mientras negocia desde una posición de fuerza su acceso preferente al mercado europeo.
Bruselas, ante el riesgo de una nueva dependencia
La maniobra de China es clara: utilizar su dominio sobre materias primas críticas como herramienta de presión comercial, justo cuando Europa trata de reducir su dependencia de regímenes autoritarios en sectores estratégicos. El equilibrio que se juegan ambas partes no es menor: las decisiones que se adopten en estas semanas marcarán el futuro de la soberanía industrial europea frente al modelo intervencionista y expansivo del régimen de Pekín.