Se oye mucho que Europa está en decadencia, pero hay algo en lo que los europeos seguimos siendo imbatibles: la regulación. Presumimos de haber aprobado una puntillosa normativa sobre Inteligencia Artificial antes de tener un solo proyecto serio de Inteligencia Artificial o incluso de conocer el verdadero alcance de la nueva tecnología. Y ahora se acaba de actualizar la legislación que restringe la información en redes sociales.
Mientras crece la ola contra la censura en redes sociales, con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, el compromiso de Elon Musk con la libertad de expresión y hasta el contrito ‘mea culpa’ de Mark Zuckerberg, en Bruselas se va a la contra, prometiendo más control sobre el mensaje.
Así, la Comisión Europea acaba de revisar y actualizar el código de conducta sobre la comunicación en línea por el que las grandes empresas tecnológicas deben permitir que una red de «reporteros de vigilancia» controle periódicamente los posibles «discursos de odio». El 20 de enero, la Comisión Europea anunció que las directrices actualizadas sobre «discurso de odio» se incorporarán a la Ley de Servicios Digitales (DSA), que regula las obligaciones de los servicios digitales.
La normativa exige a las plataformas de redes sociales eliminar y tomar medidas específicas contra lo que se considere «desinformación» que, nos tememos, no incluye todas las fake news esparcidas por los gobiernos alineados con Bruselas. La DSA entró en vigor en 2024.
Según el código revisado, las empresas firmantes deben permitir que la red de informadores de seguimiento formada por entidades públicas «con experiencia en la lucha los discursos de odio» monitoreen regularmente cómo las tecnológicas actúan contra esos «discursos». Tendrán que revisar al menos dos tercios de los avisos de incitación al odio recibidos de los «reporteros de monitoreo» en un plazo de 24 horas.