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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Bruselas maniobra para retirar competencias clave a los parlamentos nacionales

Juncker justifica su propuesta en base a la «velocidad» para aprobar acuerdos comerciales como el CETA aunque la soberanía de cada país quede en segundo plano.

Jean-Claude Juncker tiene un plan. El presidente de la Comisión Europea pretende acabar con el procedimiento de ratificación de los acuerdos comerciales de la Unión Europea. Su intención es eliminar uno de los principales requisitos actuales: que los tratados obtengan el visto bueno de los aproximadamente 40 parlamentos, entre nacionales y regionales, de los Estados miembros.

Bruselas busca retirar una soberanía vital a cada Estado bajo el pretexto de la necesaria «agilización» de las negociaciones comerciales. Juncker se mostró muy molesto por los vetos al acuerdo comercial entre la UE y Canadá en octubre del año pasado, cuando el Parlamento de Valonia, una de las tres regiones que conforman Bélgica, estuvo a punto de poner fin al tratado al votar en contra de permitir al Gobierno belga firmar el pacto.

La Comisión Europea espera poner en marcha esta iniciativa y aplicarla a los acuerdos con Austria y Nueva Zelanda. Según Político, ambos tratados podrían encontrarse con la oposición de varios parlamentos nacionales y, de esta manera, el peligro de veto quedaría anulado.

El borrador filtrado de la propuesta, al que ha tenido acceso el citado medio, revela que la gran mayoría de capítulos de los tratados serán competencia exclusiva de la UE y, por tanto, tendrán que ser sólo ratificados por los representantes de cada Estado miembro en el Consejo Europeo y por la Eurocámara.

Por su parte, los parlamentos nacionales sólo serán tomados en cuenta a la hora de aprobar secciones relacionadas con la protección de inversiones o para las futuras vías de resolución de demandas entre inversores y Estados.

No obstante, los países miembros deberán aprobar este cambio de modelo para que entre en vigor.

‘Más Europa’

«Necesitamos más poder en materia fiscal y presupuestaria», rezaba el texto difundido en el mes de junio por la Comisión de Bruselas, en el que se planteaba la creación de un presupuesto común, un Tesoro único y un Fondo Monetario Europeo, así como la emisión de un instrumento financiero similar a los eurobonos, todo ello a largo plazo.

El Ejecutivo comunitario admitía que la Unión Económica y Monetaria permanece «incompleta», por lo que defiende que no debe haber «complacencia» sobre la necesidad de «fortalecer su arquitectura». «A pesar de las importantes mejoras, los grandes legados de la crisis persisten y los retos para la zona euro continúan», apuntaba.

Parece que Bruselas permanece ajena a la crisis que vive la UE. Las decisiones de las élites no convencen a la ciudadanía y varios países se han posicionado a favor de recuperar las competencias básicas. Es la postura de Hungría, donde Viktor Orbán ya rechazó el sistema de cuotas migratorias impuesto por la canciller alemana, Angela Merkel, o Polonia, cuyo Gobierno ha anunciado que no aceptará más refugiados.

Merkel reclamó a los socios comunitarios «mayor integración» para afrontar los próximos retos en Bruselas. El plan alemán para Europa pasa por hacer frente a la crisis de refugiados con un jugoso sistema de ayudas para «facilitar la acogida», una agenda para profundizar la cooperación en defensa y, por supuesto, la armonización en materia económica.

El Ejército común

La gran idea de Merkel en materia de defensa, la construcción de unas Fuerzas Armadas comunitarias para velar por la seguridad en Europa, no es nueva e incluso contó con el apoyo explícito de François Hollande. Tras la consumación del brexit, el expresidente francés propuso la creación de un fondo europeo para impulsar la defensa y la seguridad.

Alemania ya inició este proceso para fusionar sus tropas con las de Holanda, quedando una serie de unidades holandesas bajo mando alemán. Pero esto es sólo el principio. La meta consiste en unificar las tropas de todos los países en un mismo Ejército y bajo mando alemán.

Junto con la Unión Fiscal y Bancaria, la creación de un Ejército europeo -no como fuerza adicional, sino como fusión de los ejércitos nacionales, único- es una de las fases esenciales del último esfuerzo de Bruselas para convertir a la UE en un megaestado.

«Estamos absolutamente de acuerdo en que no podemos dividirnos», afirmó Merkel, que defendió la libertad de movimiento en el espacio sin fronteras Schengen, si bien subrayó que sus Estados miembros deben «aprender a proteger» los límites exteriores, también como medida de protección contra el terrorismo.

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