«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Consideran que esto simboliza la desconexión de los políticos con el trabajo que realizan

Cientos de agricultores se manifiestan en Oxford contra el impuesto de Starmer a las granjas familiares

Un manifestante contra la nueva ley que afecta a los agricultores. Redes Sociales

Cientos de agricultores de Oxfordshire inundaron las calles de Oxford ayer jueves, acompañados de más de 100 tractores, para manifestar su rechazo al llamado «impuesto a las granjas familiares» que el gobierno laborista planea implementar en 2026. La protesta coincidió con la intervención del secretario de Medio Ambiente, Steve Reed, en la Conferencia Agrícola de Oxford, donde su discurso fue prácticamente inaudible entre el sonido de las bocinas y los cánticos de los manifestantes.

El descontento se centra en la propuesta de reducir el alivio fiscal para propiedades agrícolas valoradas en más de un millón de libras. Los agricultores ven esta medida como un ataque directo al estilo de vida rural y una amenaza para la supervivencia de las pequeñas granjas familiares. Andy Corner, agricultor local, expresó su preocupación: «Este dinero es para nuestras próximas generaciones, para asegurar su sustento. Este impuesto nos obligará a vender nuestras granjas».

Reed, durante su intervención, se disculpó por los cambios tributarios, aunque los justificó aludiendo a un déficit público de 22.000 millones de libras detectado al asumir el poder. También presentó su «Plan para el cambio», orientado a mejorar la rentabilidad agrícola mediante cadenas de suministro más equitativas, reformas de planificación y oportunidades en energía renovable. Sin embargo, la falta de claridad sobre el impuesto a la herencia solo intensificó el malestar de los agricultores.

El presidente de la Unión Nacional de Agricultores (NFU), Tom Bradshaw, expresó su frustración al destacar que, aunque algunas iniciativas del plan podrían ser beneficiosas a largo plazo, muchas granjas no podrán sobrevivir para disfrutar de esos beneficios debido a las presiones económicas actuales.

Esta manifestación no es un hecho aislado. Hace apenas un mes, cientos de agricultores llevaron sus tractores a Whitehall y Parliament Square, en el centro de Londres, en otra protesta masiva contra el impuesto a las sucesiones. Carteles con mensajes como «Salvemos la agricultura británica» denunciaron el impacto devastador que estas medidas fiscales podrían tener sobre las pequeñas explotaciones agrícolas, ya golpeadas por los altos costos de la tierra y los márgenes de ganancia reducidos.

El problema trasciende las fronteras británicas. En Europa, los agricultores también han protagonizado movilizaciones contra regulaciones ecológicas restrictivas y acuerdos comerciales que podrían inundar el mercado con productos agrícolas más baratos provenientes de países fuera de la Unión Europea. Estas medidas, argumentan, desvalorizan su trabajo y los colocan en desventaja frente a competidores extranjeros que no enfrentan las mismas exigencias.

En el corazón de estas protestas, tanto en el Reino Unido como en el resto de Europa, subyace una profunda brecha entre las políticas gubernamentales y las realidades rurales. Para los agricultores, el impuesto a las sucesiones simboliza la desconexión de los políticos con el papel esencial que desempeñan como productores de alimentos y guardianes del paisaje.

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