El juez de instrucción del Tribunal de Distrito de Szekszárd ha ordenado la detención provisional de un hombre de 44 años acusado de planear un atentado contra el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y otras personas.
La decisión judicial responde a una solicitud presentada por la Fiscalía del Condado de Tolna, que argumentó el alto riesgo de reincidencia y la gravedad del delito. Según los investigadores, el detenido publicó varios vídeos en redes sociales donde expresaba su intención de asesinar al jefe del Gobierno y a otras figuras públicas, lo que llevó a las autoridades a abrir una investigación urgente por tentativa de homicidio.
Durante un registro en el domicilio del sospechoso, los agentes encontraron un objeto que, de acuerdo con el informe forense preliminar, podría ser utilizado para causar la muerte. La Oficina Nacional de Investigación lo interrogó bajo cargos de preparación para cometer asesinato, una infracción que, bajo el Código Penal húngaro, podría conllevar una pena de entre uno y cinco años de prisión.
El caso ha cobrado especial relevancia por el contexto político que vive Europa Central, especialmente tras el reciente atentado sufrido por el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico. Ese ataque renovó las preocupaciones sobre la seguridad de otros líderes de la región, incluido el propio Orbán, quien ya había advertido públicamente sobre amenazas contra su integridad.
En una entrevista concedida a la cadena checa XTV, Orbán confesó que el intento de asesinato de Fico le hizo reflexionar sobre su propia situación: “Rezamos por la recuperación de Robert, pero no pude evitar preguntarme si detrás del atentado había un individuo aislado o una estructura organizada”, declaró el primer ministro. “Si hay algo coordinado, entonces todos los que defendemos la paz somos objetivos potenciales”.
Orbán también lamentó la reacción de ciertos sectores tras el atentado contra Fico, señalando que, en su opinión, muchos comentarios públicos minimizaron la gravedad del ataque o incluso lo celebraron abiertamente. “El odio se difunde sin freno en el entorno digital, y eso debería alarmarnos tanto como el propio crimen”, afirmó.