Siete de cada diez mujeres afirman haber sido víctimas de violencia sexual a lo largo de su vida en el transporte público de París (Francia). En el caso de las mujeres de entre 19 y 25 años, esta cifra se eleva al 90%, según un estudio realizado por el instituto Enov para la RATP (Sistema de transporte público).
Las agresiones pueden adoptar múltiples formas. Un 39% de las afectadas dice haber experimentado comportamientos sexistas y actos con connotación sexual, mientras que el 19% ha sido víctima de acoso. Además, un 15% ha reportado haber sufrido tocamientos, un 13% ha hecho referencia a casos de exhibicionismo y un 6% ha denunciado haber sido violada —o víctima de un intento de violación—.
Pese a la gravedad y el incesable incremento, sólo un 7% de las afectadas decidió denunciar los hechos ante las autoridades. Según cifras del Ministerio del Interior, las agresiones sexuales registradas en el transporte público en 2024 representaron el 3% del total de casos de violencia sexual en el país, una proporción que ha permanecido estable desde 2016.
En cuanto a los agresores, el perfil es claro: el 99% de las personas acusadas de violencia sexual en el transporte público son hombres, mientras que las víctimas son mujeres en el 91% de los casos. En particular, las menores de 30 años representan el 75% de las afectadas, y los menores de edad constituyen el 36% del total de víctimas.
Las agresiones no sólo se producen en horarios nocturnos. Según el Observatorio Nacional de Criminalidad en el Transporte, el 29% de estos delitos ocurrieron pasadas las 19:00, pero un 28% tuvo lugar en la franja horaria de mediodía a las 17:00, y otro 20% se registró por la mañana. De acuerdo con Manon Marguerit, investigadora de urbanismo en la Universidad Gustave-Eiffel, los agresores adaptan su comportamiento según el nivel de riesgo y, a menudo, aprovechan la multitud en las horas punta para actuar con impunidad.
Para muchas mujeres, desplazarse en transporte público implica estar en un estado de constante alerta. Un 56% de ellas declara sentirse insegura en la red ferroviaria y el 80% asegura que viaja en actitud vigilante. Esta percepción de peligro las lleva a modificar su comportamiento: el 68% se viste de manera diferente y el 60% evita el transporte en función de su atuendo. Además, el 83% prefiere posicionarse de espaldas a puertas o paredes al viajar de pie, y el 93% elige sentarse junto a mujeres, parejas o familias en lugar de hacerlo junto a un hombre solo.