El estamento político austriaco lleva desde las pasadas elecciones haciendo mangas y capirotes para impedir que el partido más votado, el soberanista Partido de la Liberta de Austria (FPÖ), pueda formar gobierno. Lo que parecen no advertir es que, de lograr una imposible coalición para dejarle fuera, en las próximas elecciones el partido arrasaría.
El partido presuntamente conservador que se ha turnado en el gobierno desde el final de la guerra con los socialistas, el Partido Popular Austriaco (ÖVP), sufre enormes presiones de Bruselas para impedir que gobiernen los soberanistas, pero estos mismos tejemanejes no hacen más que aumentar la popularidad del FPÖ.
Las encuestas muestran que la popularidad del partido liderado por Herbert Kickl roza ya el 40%, mientras que el ÖVP ha caído al tercer lugar, con un mísero 17%, un cambio radical para el antaño hegemónico ÖVP, que había rechazado al FPÖ, alegando que nunca podría volver a trabajar con el partido.
De celebrarse hoy elecciones generales, el FPÖ obtendría un 39% de los votos, según la Lazarsfeld Society, tres puntos más que en la encuesta de la semana pasada. En las elecciones nacionales del año pasado, el FPÖ sólo obtuvo un 28,8%, más que ningún otro. Si el FPÖ consiguiera un 39% en unas nuevas elecciones, el ÖVP quedaría en una posición de negociación aún más débil que la que ya tiene y el FPÖ aumentaría diez puntos su número de votos.