Los recuentos en Irlanda siempre son largos, y por fin ha terminado el de las elecciones del pasado viernes. Los dos partidos históricos, que han gobernado en gran coalición durante los últimos cuatro años, el Fianna Fáil y el Fine Gael, están condenados a repetir fórmula, aunque sus posiciones de fuerza han cambiado.
El Fianna Fáil, con 48 diputados, vuelve a ser el primer partido del país. Su líder, Micheál Martin, se perfila como nuevo Taoiseach (primer ministro), cargo que ya ocupó durante los dos primeros años del anterior mandato. Al lado, el Fine Gael y el todavía primer ministro, Simon Harris, al que algunas encuestas anticipaban como ganador, ha acabado tercero, con 38 escaños.
El Sinn Féin, que confirma un nuevo tripartidismo con sus 39 escaños, permanecerá en la oposición. El brazo político del IRA obtuvo un resultado histórico hace cuatro años al ser el partido con mayor voto popular y, rodeado de escándalos, ha visto desinflar sus expectativas en estos comicios.
La nueva Dáil (Cámara Baja), ampliada, tiene 174 diputados. Se necesita una mayoría de 88 para gobernar. Los Verdes han pagado en las urnas su apoyo al anterior Gobierno de coalición. Su presencia en la Cámara ha quedado reducida a un escaño, después de haber tenido seis, y es muy posible que ya no sea necesario. Los dos partidos históricos suman 86 diputados. Pueden buscar los dos que les faltan entre los 23 candidatos independientes que han obtenido un asiento.
Las negociaciones no serán más breves que el recuento. Tampoco hay prisa. Los diputados no se reunirán hasta el 18 de diciembre. De momento, Simon Harris, el más escaldado de los dos contendientes, ya ha puesto sobre la mesa una primera condición: una «paridad de consideración» entre ambas formaciones, a pesar de la diferencia de 10 escaños que las separan.