La ofensiva ideológica sigue adentrándose en las escuelas occidentales. En el Reino Unido, los alumnos de secundaria están siendo adoctrinados con la idea de que Juana de Arco, la heroína francesa que lideró ejércitos en nombre de Dios y fue quemada viva por su fe, podría haber sido una persona «no binaria».
Así lo afirma Quiénes somos, una antología publicada por la editorial Collins y distribuida como material educativo, que incluye lecciones en las que se señala que Juana «es considerada hoy por algunos como no binaria«.
El disparate ha provocado la indignación de historiadores, profesores y activistas feministas. «Juana de Arco luchó como mujer y murió como mujer«, sentencia el profesor emérito de Historia Francesa en Cambridge, Robert Tombs, en declaraciones a The Telegraph. «Llamarla de otra manera es insultarla a ella y, por extensión, a todas las mujeres valientes que arriesgan su vida por sus creencias», añade.
Pero eso es precisamente lo que pretende la maquinaria queer: borrar a las mujeres fuertes de la historia y reemplazarlas por entes andróginos moldeados al gusto de la ideología de género.
Carolyn Brown, de la Red de Derechos de las Mujeres, también ha denunciado esta manipulación, a la que califica como «otro ejemplo ridículo del intento de reescribir la historia«.
No es la primera vez que la izquierda intenta apropiarse del histórico personaje. En 2022, el teatro The Globe escandalizó a los británicos al representar a la santa como «no binaria» en la obra I, Joan. Para ello, se usaron los pronombres «ellos/ellas» y se alegó incluso que Shakespeare habría estado a favor de semejante dislate.
Incluso la escritora J.K. Rowling, que lleva años plantando cara al totalitarismo trans, ha reaccionado con sarcasmo en redes sociales. «A continuación: Napoleón era mujer porque fue derrotado en Waterloo«, ha ironizado ante el enésimo intento de dinamitar los referentes femeninos de la civilización occidental.
La realidad es que Juana de Arco no vestía como hombre porque se sintiera «de género fluido». Lo hacía porque debía hacerse pasar por hombre para liderar y combatir. No por ideología, sino por supervivencia. Adoptó la masculinidad para que la tomaran en serio. Y lo logró. A los diez años, tuvo la visión de liberar a Francia. A los 17, lideró al Ejército francés. A los 19, murió en la hoguera. Como heroína. Como Santa. Como mujer.