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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

‘Eslovaquia y el resto de Visegrado no se oponen a Europa, sino a un sistema fallido’

El embajador de Eslovaquia valora en una entrevista para La Gaceta el fallo de la Justicia europea en torno al sistema de cuotas y advierte: ‘Nada nos va a hacer cambiar nuestra opinión sobre esta propuesta’.

Esta semana, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea desestimó el recurso de Eslovaquia y Hungría a la reubicación de solicitantes de asilo desde Grecia e Italia. Vladimir Grácz tiene claro el camino que debe tomar Bruselas en materia migratoria y apela al principio de solidaridad individual para solucionar la situación. El embajador de Eslovaquia mantiene que la postura de su país es la «más justa» ante el momento que vive la UE.

«El tiempo nos ha terminado dando la razón a los que creíamos que Bruselas se estaba equivocando», sentencia.

– ¿Cómo valora Eslovaquia el fallo del Tribunal de Justicia de la Unión Europea con respecto al sistema de cuotas?

Eslovaquia ha tenido siempre una postura muy definida en torno al sistema de cuotas y no estamos dispuestos a modificarla. Por supuesto que vamos a respetar la decisión de la corte europea, pero eso no va a cambiar nuestra opinión. No obstante, es inimaginable que a día de hoy no la respetemos.

– ¿Qué supone esta decisión para el país?

El tiempo ya demostró que este método de acción migratoria no funciona. Los países de la Unión Europea sólo han reubicado al 17% de refugiados del total previsto por las cuotas. Eso no es culpa ni de Eslovaquia ni del resto de países de Visegrado. El problema es que el documento del Consejo de Europa en torno a la inmigración no es legal, por eso creemos que no puede haber sanciones.

Cabe recordar que nosotros nos comprometimos a acoger voluntariamente mientras que otros países, incluido España, no lo hicieron. Es injusto decir que no tuvimos predisposición para resolver la situación, pero es una obviedad que ahora mismo el plan no es el correcto.

– La Comisión Europea amenazó con sanciones…

Le pongo un ejemplo para que entienda cómo funciona el sistema de cuotas. Nosotros acogimos a 16 familias con madres e hijos, pero algunas se marcharon a los pocos días a Austria porque no querían estar aquí. Por el Tratado de Dublín volverán al país, pero es una muestra más de que algo está fallando en Europa.

– Las presiones desde Bruselas están focalizadas en Austria, Hungría, Polonia y Eslovaquia, ¿por qué?

Lo que ocurre es que nosotros somos los únicos que levantamos la voz contra el sistema de cuotas y eso nos ha generado muchos problemas. El primer ministro, Robert Fico, ya explicó que estábamos dispuestos a ayudar a todos a través de muchos canales, pero no así. Europa se equivoca. Eslovaquia y el resto de Visegrado no están contra Europa, sino contra un sistema fallido.

El tiempo nos ha terminado dando la razón y eso no es una buena noticia, pues no va a resolver el problema.

– ¿Cuenta Eslovaquia con medios para cumplir con el sistema de cuotas?

El Gobierno debe tomar una decisión, pero vuelvo a recordar que nosotros siempre quisimos acoger. Le pongo otro ejemplo: llegaron 146 cristianos procedentes de Siria, pero más de la mitad decidieron volver a sus casas porque añoraban su tierra. Eslovaquia quiere ayudar a la gente a formarse, financiar sus estudios en Europa y que después puedan regresar allí y ayudar a mejorar su país.

Es vital diferenciar entre refugiados y migrantes económicos. Durante la rotación en el Consejo de Europa propusimos el principio de solidaridad flexible para que cada país decidiera cuánto quería aportar. Nosotros colaboramos con las autoridades austríacas para crear una zona de acogida hasta que se solucionara el estatus de los recién llegados. En total, más de 1.000 refugiados recibieron nuestra ayuda.

– Orbán habla del concepto de identidad cultural…

Aunque la prensa y las élites han querido tacharnos de racistas, no lo somos. La identidad cultural es un hecho y una realidad de cada país. Nosotros apostamos por mantenerlo para garantizar el futuro de nuestra patria.

– Las cifras en Italia revelan que sólo el 2% de los recién llegados son refugiados…

El concepto de migrante económico ya es una realidad. Nosotros apoyamos las palabras de Orbán en septiembre de 2015, cuando en una comparecencia pública desmontó los principios esgrimidos desde Bruselas para facilitar la acogida masiva. Sus ideas eran obvias, pero no todos las quisieron ver.

– La ONU puso sobre la mesa la población de sustitución ante la ausencia de mano de obra…

Eso depende de cada país, por eso cada uno debe articular sus políticas en función de sus necesidades. En Alemania quizás necesiten mano de obra, pero eso no ocurre en todos los países de la Unión Europea. Aquí debe operar el principio de solidaridad individual, pues en Eslovaquia la tasa de paro es muy elevada.

No obstante hay que diferenciar a los verdaderos refugiados, que sí necesitan ayuda urgente, de los migrantes económicos, que deben ir a los países que puedan ofrecerles condiciones laborales estables.

– Los terroristas de París, Bélgica o Barcelona se movieron con total libertad por la UE aprovechando el espacio Schengen. ¿Cómo se puede controlar la situación?

El primer ministro fue muy criticado cuando en los atentados de París señaló la ausencia de medidas de control en las fronteras. Desde el comienzo de esta crisis migratoria, las autoridades sabían que el Estado Islámico estaba utilizando el flujo de refugiados para infiltrar terroristas. Recuerdo que Jordania advirtió a los países europeos acerca de lo que iba a ocurrir a partir del verano de 2015, pero algunos no escucharon las advertencias.

Afirmar que en el flujo de refugiados no iba gente peligrosa es una mentira. Entiendo que ciertos políticos intentaran que no se generalizara, pero lo que no se puede hacer es negar la realidad. Al final, lo políticamente correcto se acaba convirtiendo en una mentira. Fue una mentira enorme amparada por el sistema.

No se puede generalizar ni a favor ni en contra, pero negar los problemas y lo que ha ocurrido es negar la realidad.

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