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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Frauke Petry abandona AfD en el momento de la victoria

No se recuerda una espantada igual. No es exactamente insólito que, tras unas elecciones, rueden cabezas y se anuncien dimisiones, pero solo en partidos en descenso, no entre los que han superado expectativas.

Era el momento del triunfo, la hora del champagne, el instante de la foto para la historia: Alternativa para Alemania (AfD), un partido de antes de ayer (2014), calificado universalmente como neonazi, boicoteado por los medios y combatido por todos los poderes de este mundo entraba en el Bundestag como tercera fuerza, primer partido de la oposición con toda probabilidad.

Y fue la rueda de prensa de ese histórico triunfo la ocasión que eligió la copresidente de la formación y su cara más popular, Frauke Petry, para anunciar que no se sentaría en el Parlamento con sus 93 correligionarios electos. «Hay diferencias abiertas en AfD y creo que no debemos callarlas como una tumba».

Alice Weidel, la que ha llevado la voz cantante de AfD en esta campaña, ha reaccionado con dureza proporcional a la sorpresa: «Tras el golpe de efecto de Frauke Petry, que supera todo lo que se pueda imaginar en términos de falta de responsabilidad, exijo que abandone el partido antes de que pueda hacerle más daño».

La marcha de Petry, especialmente tras los excelentes resultados electorales, es una verdadera sorpresa, pero no tanto que la carismática líder andaba ya de capa caída en el partido, cada vez más aislada, y que la propia formación es en estos momentos una jaula de grillos.

La paradoja es que Petry, que participó en el ‘putsch’ para descabalgar al fundador del partido, Bernd Lücke, por «demasiado moderado», y lo puso realmente en el mapa electoral alemán es ahora la que parece desilusionada con el extremismo de la formación. Es decir, ha sido superada por la derecha.

Lo de AfD ha sido un visto y no visto, un verdadero prodigio en términos políticos. En su nacimiento era apenas un grupo cuyo mensaje central era la vuelta al marco: ahí empezaba y terminaba su ‘populismo’. Pero Petry supo cabalgar la ola de la invasión repetina con la que más de un millón de medioorientales y norteafricanos respondieron a la alocada invitación de ‘Mutti’ Merkel y rentabilizar electoralmente el descontento.

El euroescepticismo quedaba ya eclipsado por la alarma contra la inmigración masiva y un mensaje identitario, algo impensable en una Alemania rehén psicológica de su pasado reciente. En el ‘guiso’ Petry, madre de cinco hijos, puso su pizca de ingredientes contra el deterioro de la familia alemana y otros asuntos de las guerras culturales.

Cuando todo el mundo -y no es una frase hecha- te califica de neonazi y los medios y la clase política te niegan el pan y la sal, es comprensible que se te cree cierta mentalidad de cuasiclandestinidad y marginalidad. Populismo en su sentido más estricto. Y eso es lo que llevaba Petry tratando de cambiar desde principios de año.

AfD no puede contentarse con ser un partido a la contra, un partido con vocación de oposición perpetua, sostenía Petry; tiene que prepararse para gobernar algún día, y esto implica abandonar la mentalidad de bunker y ganar en flexibilidad.

Esta postura de moderación tuvieron una fuerte contestación en el seno del partido, que ven en su mensaje sin concesiones el secreto de su éxito, y hacia primavera Petry empezó a eclipsarse a favor de la derecha del partido, representada por Alice Weidel y Alexander Gauland.

Frauke parece, con su espantada, renunciar a convertir AfD en un partido conservador ‘realista’, que no ‘espante’ al alemán serio y formal que, por cercano que se encuentre a sus tesis, se siente comprensiblemente repelido por las asociaciones históricas en que se complace la prensa, pero también por un mensaje de confrontación y radicalidad.

La cuestión ahora es saber qué daño puede hacer Petry al partido con su marcha, si se llevará consigo al ala moderada o su gesto se hundirá en el olvido.

También esperamos que con el tiempo podamos conocer con precisión las razones de esta sonada renuncia, aún envuelta en demasiados interrogantes.

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