Giorgia Meloni fue elegida fundamentalmente para una cosa, y en ello está: cerrar el coladero que han sido durante décadas las fronteras italianas. Y acaba de dejar muy claro ante los diputados que si alguien está pensando que va a flaquear en esto, ya se le puede ir olvidando: no cederá ante la presión política ejercida por las élites poderosas a favor de las fronteras abiertas.
Durante el turno de preguntas en la Cámara de Diputados, Meloni respondió a cuestiones relacionadas con la gestión que está haciendo su gobierno de coalición de la presión migratoria en el Mediterráneo, después de que el propio gobierno revelara esta semana que más de 20.000 personas han llegado al país en lo que va del año.
«Mientras sigan embarcando en botes en mal estado, navegando con mal tiempo, habrá pérdida de vidas», dijo a sus colegas parlamentarios. «Necesitamos invertir en vías legales, y ese es exactamente el trabajo que está haciendo el gobierno. Nuestra conciencia está tranquila. Espero que quien ataque al gobierno pero no diga una palabra sobre los contrabandistas pueda decir lo mismo», agregó.
Meloni hizo una firme defensa de la guardia costera del país, objeto de un escrutinio considerable por parte de la prensa italiana de izquierdas tras la tragedia del barco de inmigrantes en el Mar Jónico, que costó varias docenas de vidas.
La primera ministra dijo asombrarse de que «se acabe cuestionando la honorabilidad y el trabajo de personas que arriesgan su vida todos los días para salvar vidas humanas, y el honor de Italia, por motivaciones políticas».
Meloni destacó que «durante varios meses hemos sido testigos de una presión migratoria que tiene pocos precedentes hacia Europa e Italia», y a pesar de las incoaciones de los grupos de presión ‘humanitarios’ de los opositores políticos, no tiene intención de ceder «a las muchas y poderosas presiones de aquellos que quisieran un panorama sin fronteras nacionales«.
Reiteró su deseo de «combatir con firmeza a los traficantes ilegales y gestionar la inmigración de manera regular» a través de un decreto del gobierno y la legislación posterior. Sin embargo, advirtió que no se puede esperar que Italia maneje sola la crisis y pidió «un marco de responsabilidad que también debe implicar a los demás estados europeos».