Polonia vuelve a demostrar que, cuando hay voluntad política, la inmigración ilegal se puede detener. La valla de más de 180 kilómetros de longitud y cinco metros de altura que se levantó en la frontera con Bielorrusia ha resultado «eficaz en un 98%» para impedir las entradas de inmigrantes ilegales procedentes de Oriente Medio y África.
La valla metálica, terminada en junio de 2022, está equipada con cámaras, sensores térmicos y de movimiento, alambradas y enormes bloques de hormigón que refuerzan los puntos de control. Su construcción se puso en marcha bajo el mandato del entonces primer ministro Mateusz Morawiecki (PiS), quien en noviembre de 2021 calificó la avalancha en la frontera como una «invasión« orquestada por Bielorrusia y prometió que su Gobierno defendería la seguridad del país frente a las agresiones.
El Gobierno de Tusk —que censuró al Ejecutivo del PiS— ha puesto ahora en marcha un proyecto llamado Escudo del Este, que pretende convertir toda la frontera polaca con Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado —más de 640 kilómetros— en una gigantesca fortificación vigilada. El plan estará terminado en 2028.