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ES PREVISIBLE UN MANDATO MÁS ESCORADO A LA DERECHA

Las legislativas dibujan una Francia dividida en tres porciones casi idénticas

El presidente de Francia, Emmanuel Macron. Europa Press

Uno de los efectos más conocidos y estudiados de las elecciones a dos vueltas es que, en igualdad de condiciones, favorecen desproporcionadamente a la opción que se percibe como «centro». Así, en la reciente votación legislativa en Francia, lo que en las presidenciales parecía un duelo entre el populismo de derechas (la Agrupación Nacional de Marine Le Pen) y la política de siempre, el sistema en estado puro (Macron con cualquier sigla de conveniencia), se ha convertido en un enfrentamiento entre este segundo y los antisistema de izquierdas de Jean-Luc Mélenchon.

Según Le Monde, el bloque centrista Juntos encabezado por el partido LREM de Macron, que obtuvo un claro primer lugar en 2017, ha sido derrotado por poco; justo por delante de ellos en votos (pero no en escaños) está NUPES.

¿Un vuelco del pueblo francés hacia la izquierda radical? No exactamente. En principio, Mélenchon y su coalición NUPES (una red barredera de todas las tribus radicales, con especial peso de los ecologistas) ganan, voto a voto, a la coalición del presidente. Pero esto tiene mucho de espejismo, por lo que decíamos más arriba, porque los populismos no se unen.

Es fácil de entender: si hay que elegir entre Macron y Le Pen, un partidario de Mélenchon se abstiene o vota a Macron; si un votante de Le Pen tiene que optar entre Macron y Mélenchon, prefiere a Macron.

Y lo curioso es que el voto de primera vuelta apenas se ha movido, no ha ganado más votos en coalición que cuando se presentaron por separado en 2017, aproximadamente un cuarto del electorado. Su éxito relativo, el actual empate, está en el fracaso de Macron, que ha perdido considerablemente su tirón electoral.

En realidad, en comparación con las pasadas legislativas -la comparación más legítima-, el gran ganador es el grupo de Le Pen. En 2017, el RN solo obtuvo en la primera vuelta un 13% del voto, y la Reconquista de Éric Zemmour era todavía un vago sueño en la cabeza de su fundador. En 2022, en cambio, ambos partidos se han quedado con poco más de una cuarta parte del voto, no lejos de mélenchonistas y macronistas.

Lo que realmente se hundió el domingo es lo que lleva hundiéndose desde, al menos, las presidenciales que dieron la victoria a Macron en primer lugar, el centroderecha que lideran Los Republicanos y que han quedado, en conjunto, por debajo del 15%. Los mismos que dominaron, a pachas con los socialistas, toda la política de posguerra hasta antes de ayer son ahora una sombra de lo que fueron.

Y, ahora, los escaños, la realidad, lo que va a ser la Asamblea que legislará bajo la segunda presidencia de Macron y que no va a parecerse demasiado a lo que anuncia esta primera vuelta. Para empezar, Zemmour queda fuera: no tendrá un solo diputado porque sus candidatos no pasan a segunda vuelta.

Macron sacará, probablemente, el mayor número de escaños. Pero es más que probable que los radicales de Mélenchon le arruinen la absoluta y le amarguen el nuevo mandato, torpedeando sus grandes proyectos.

Es previsible, a la vista de lo que hay, un mandato más escorado hacia la derecha. Macron va a necesitar los restos del naufragio de la «derechita» (para entendernos) para sacar sus proyectos adelante, frente a una izquierda radical crecida y una derecha populista que gana votos pero no poder.

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