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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los parisinos, obligados a usar apps para no entrar en las 'no-go zones'

París

Varias aplicaciones han visto la luz en los últimos meses con el objetivo de advertir a los usuarios si se encuentran en una zona peligrosa.

París, la idílica ciudad de la Torre Eiffel, del lento transcurrir del Sena y los Campos Elíseos ya sólo existe a ojos del turista. La connivencia de los sucesivos gobiernos franceses con el islamismo y el dinero procedente de las dictaduras del Golfo han provocado la proliferación de miles de mezquitas donde se adoctrina en el wahabismo, la vertiente del islam que aplicaba el Estado Islámico en Siria e Irak.
No obstante, este proceso de cambio se ha visto acelerado por las irresponsables decisiones tomadas por Bruselas en materia migratoria. Angela Merkel decretó el ‘Welcome Refugees’ y Francia ha recibido a miles de migrantes en los últimos años. Tras el desmantelamiento de la ‘Jungla de Calais’ muchos de ellos decidieron volver a París y establecerse en las zonas periféricas.
En esos barrios uno tiene la certeza de no estar en Europa. La sharia se ha convertido en ley, los agentes de policía tienen prohibido de facto entrar y el poder está en mano de los imanes que imponen su visión del islam. Hablamos de las ‘no-go zones’, los nidos del yihadismo mundial en el corazón de las principales ciudades europeas.
Debido a la innegable realidad con la que conviven los parisinos, las aplicaciones que informan de los peligros de cada barrio han proliferado en los últimos meses con el objetivo de evitar ataques y abusos sexuales a manos de inmigrantes o la llamada policía de la sharia. Más de la mitad de los ciudadanos utilizada estos dispositivos en sus móviles para evitar las ‘no-go zones’ por temor a la violencia de los partidarios de la ley islámica en la otrora ciudad luz.
«La aplicación está destinada a hacer saber a las personas si están en una zona peligrosa y les permite evitar lugares en la capital francesa donde podrían estar en riesgo de vida y ataques sexuales», aseguran sus diseñadores, que recuerdan que la aplicación funciona de forma instantánea y los usuarios pueden cargar los incidentes que estén ocurriendo en tiempo real.
En los comentarios, los ciudadanos celebran la creación de la aplicación: «Ya sea que la persona se encuentre en un lugar desconocido, en busca de un lugar seguro o en camino a un lugar específico, la zona de ‘no-go zones’ permite reducir riesgos de agresiones, robos, hostigamiento o violencia sexual de las pandillas de extranjeros que se han adueñados de varios barrios parisinos».

‘No son zonas seguras’

Los conductores del metro de París anunciaron la pasada semana su decisión de no detenerse en ciertas estaciones debido al alto nivel de delincuencia y consumo de drogas que se registra en esos lugares: “No son zonas seguras para los profesionales y tampoco para los viajeros”, sentenciaron.
Los conductores que trabajan  para la Régie Autonome des Transports Parisiens (RATP), la compañía de transporte público de París, aseguraron que varias estaciones del norte de la capital están sumidas en el caos y denunciaron la existencia de “bandas raciales” que representan un “verdadero peligro”.
El sindicato RATP UNSA señaló las estaciones de Marcadet Poissonnier y Porte de la Chapelle como las más problemáticas. Esta última se hizo famosa hace un par de años cuando, durante la crisis de refugiados, se convirtió en el lugar escogido por los recién llegados para montar su campamento. Su desalojo causó graves incidentes en la zona.
No es la primera vez que estos barrios son señaladas por las autoridades como lugares peligrosos. El servicio de mensajería francés Chronopost cesó el reparto de paquetes en ciertos barrios ante el peligro que suponía para el personal contratado por la empresa.

Macron y la inmigración

El presidente francés, Emmanuel Macron, reforzó su discurso de firmeza frente a la inmigración ilegal, que le ha valido duras críticas de intelectuales y asociaciones humanitarias, al tiempo que preconizó una mayor coordinación europea para atajar este problema.
Macron reconoció las huellas que la inmigración ha dejado en la región de Calais y aseguró que para borrarlas pedirá ayuda al Reino Unido, el destino de la mayor parte de los inmigrantes que jalonan el territorio.
Pero advirtió de que no permitirá que se instale otro campamento de fortuna como la famosa “jungla” desmantelada en octubre de 2016 y que mantendrá el esfuerzo para impermeabilizar la frontera con el Reino Unido para que Calais no se convierta en una “puerta falsa” de entrada de ilegales en ese territorio.
En la línea del proyecto de ley sobre la inmigración que prepara su Gobierno, Macron apostó por mejorar las condiciones de recibimiento de los inmigrantes, reducir los plazos de tratamiento de las demandas de asilo, proteger e integrar mejor a quienes sean aceptados, pero expulsar de forma más eficiente a los que “no tengan posibilidad de integrarse en Europa”.
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