Se supone que la «pendiente resbaladiza» es una falacia, pero la realidad la confirma un ciento por ciento de las veces. Y con la eutanasia lo estamos viendo: si cuando se aprueba es siempre para casos rarísimos, incurables y sometidos a dolores insoportables, al pasar de no mucho tiempo acaba siendo un recurso más y más frecuente para cualquiera, como en Canadá, donde se ha abierto la veda de los niños.
El último caso, en Bélgica, pionera de esta forma de asesinato legal, es especialmente dramático, y no solo porque afecta a una chica de 23 años sin problemas físicos, sino porque se trata de una superviviente del espantoso atentado islamista de Bruselas.
Tras años de sufrir las consecuencias mentales del trauma, la joven Shanti De Corte ha sido sacrificada con la ayuda de la profesión médica. La vida de la joven flamenca cambió radicalmente el fatídico 22 de marzo de 2016 en el aeropuerto de Zaventem, en Bruselas. A sus entonces 17 años, iba a iniciar un viaje de graduación a Italia. Ese mismo día, dos terroristas suicidas detonaron sus bombas en el edificio, matando a 16 personas.
Shanti, a pocos metros de la explosión, salió indemne en lo físico, pero su mente quedó muy afectada. Hospitalizada en un centro psiquiátrico, recibió fuertes antidepresivos e intentó suicidarse en 2020. Durante su hospitalización en 2018, también fue víctima de una agresión sexual por parte de otro paciente.
Por último, varios médicos accedieron a su petición de suicidio asistido. «Reí y lloré hasta el último día. Amé y me permitió sentir lo que era el verdadero amor. Ahora me iré en paz, sepan que ya los extraño», escribió en su página de Facebook, en una publicación eliminada el jueves.
Entrevistados por la cadena belga RTBF, responsables de la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia justificaron su decisión de acceder a la solicitud de la joven. «Estaba en tal sufrimiento psíquico que su pedido fue lógicamente aceptado», podemos leer.
«Estuvo hospitalizada varias veces, tomó decenas de medicamentos. Pasan los meses, los años, no notamos ninguna mejoría, hablaba (…) de suicidarse. No aguantó más, su la vida se convirtió en un infierno para ella. Los psiquiatras, después de múltiples consultas, se decían a sí mismos que estaban al final de sus posibilidades y que ella era incurable”, confirma, en nuestra antena, Yves de Locht, médico de cabecera en Bruselas.
En Bélgica, la eutanasia está autorizada desde el 28 de mayo de 2002 si es «voluntaria» y «sin presión externa». Según la legislación, durante este procedimiento, que puede realizarse en un entorno hospitalario o en el domicilio, es un médico quien administra una dosis letal al paciente.