«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Al considerarla una medida clasista y desconectada de la vida cotidiana

La Asamblea Nacional tumba de forma definitiva las zonas de bajas emisiones gracias a los votos del partido de Marine Le Pen

Tráfico en la avenida de los Campos Elíseos. Redes sociales

La Asamblea Nacional francesa ha dado el golpe definitivo a Emmanuel Macron votando a favor de derogar las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), una de las medidas más simbólicas y controvertidas de su agenda ecológica. La votación ha salido adelante con los votos del partido de Marine Le Pen y deja en evidencia el aislamiento del Ejecutivo.

Este sistema, impulsado en 2018 pero implantado de forma progresiva en ciudades como París, Toulouse o Lyon, prohibía el acceso a los vehículos más antiguos y contaminantes, obligando a muchos ciudadanos a optar por coches eléctricos o afrontar sanciones económicas. La normativa, concebida como parte del plan para acelerar la descarbonización urbana, se convirtió pronto en objeto de crítica desde múltiples frentes.

Las asociaciones de automovilistas y representantes políticos de distintas sensibilidades no tardaron en tachar las ZBE de medida clasista y desconectada de la vida cotidiana de millones de personas. «Era una política que penalizaba sobre todo a las clases trabajadoras, que no pueden permitirse cambiar de coche de la noche a la mañana», denunciaron desde la oposición. Se calcula que más de 2,7 millones de vehículos estaban amenazados por estas restricciones.

El intento del Gobierno por amortiguar el revés fue en vano. La ministra de Ecología, Agnès Pannier-Runacher, propuso a última hora dejar fuera de la derogación a las ciudades de París y Lyon, pero la enmienda fue tumbada sin contemplaciones por el hemiciclo. La votación no sólo representa un varapalo político para el presidente Emmanuel Macron, sino también para su primer ministro, François Bayrou, quien había apostado por mantener las ZBE como pilar de la transformación medioambiental.

Esta marcha atrás legislativa refleja un clima social cada vez más tenso frente a las restricciones impuestas bajo argumentos ecológicos. El Parlamento ha recogido el creciente descontento popular hacia unas políticas percibidas como impositivas y alejadas de la realidad social. La derogación de las ZBE marca así un punto de inflexión en el pulso entre gobernantes y ciudadanos sobre el rumbo de la transición energética en Francia.

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