Hungría se ha consolidado como el epicentro de la resistencia conservadora en Europa. La capital, Budapest, acoge estos días una nueva edición de la conferencia de conservadores CPAC, con la presencia de líderes políticos, intelectuales y referentes del soberanismo occidental que han hecho de este foro una declaración de intenciones frente al avance del globalismo, la ingeniería social y la disolución de las fronteras.
El presidente de la Fundación estadounidense CPAC, Matt Schlapp, ha celebrado este martes que «el globalismo tendrá que ver cómo todos estos conservadores han venido a Hungría». Y ha recordado cómo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, considera al primer ministro húngaro, Viktor Orbán, su «mejor amigo en Europa», destacando su firme defensa de las fronteras y de la soberanía nacional.
Schlapp ha subrayado las amenazas que comparten los gobiernos conservadores: «Tenemos enemigos comunes, no sólo Soros, también los medios convencionales y el aparato burocrático europeo».
Por su parte, el director del Centro para los Derechos Fundamentales de Hungría, Szantho Miklós, ha presentado la cumbre como «la mayor alianza de patriotas que haya habido en Europa«. Y ha confirmado la asistencia de líderes políticos como el primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, el presidente de VOX, Santiago Abascal, el líder del Partido de la Libertad (FPÖ) de Austria, Herbert Kickl, y la líder de la derecha soberanista de AfD en Alemania, Alice Weidel.
Miklós también ha tenido palabras para los ataques de las instituciones europeas a Hungría, que se han multiplicado en las últimas semanas. «Esta es nuestra tierra, no un área de espionaje para otras naciones», ha dicho en alusión a las acusaciones de supuestos vínculos con Rusia. Y ha puesto como ejemplo a Trump: «Hemos aprendido de él que debemos luchar, luchar y luchar, y nunca rendirnos. El globalismo está utilizando todas las herramientas que tiene para hacer desaparecer la soberanía de las naciones».
La crítica también ha alcanzado a las formaciones que, como el Partido Popular en España, se presentan como «derecha» o «centroderecha» pero que, en la práctica, han asumido todas las posiciones ideológicas de la izquierda. «La CDU y la CSU sólo tienen de cristiano el nombre«, ha lamentado, recordando que esos partidos han abandonado la defensa de los valores tradicionales en favor del consenso progresista dictado desde Bruselas.
Matt Schlapp ha añadido un último apunte clave sobre la deriva judicial contra líderes conservadores: «¿Cuántos dirigentes de izquierdas afrontan causas judiciales semanales como Netanyahu o Trump?». Para él, el lawfare se ha convertido en un arma utilizada para desacreditar y neutralizar a los verdaderos defensores de la soberanía nacional, provocando que muchos partidos tradicionales abandonen sus principios por miedo o conveniencia.