Desde la década de 1970 hasta la de 1990, la Comunidad Económica Europea se expandió mediante la adhesión de nuevos miembros, incluidos países como Reino Unido, Irlanda, Grecia, España y Portugal.
Además de nuestra incorporación en 1986, es especialmente relevante la incorporación de los británicos, en 1973, por cuanto suponía incorporar a un socio que, acusado siempre de euroescéptico, se sabía que iba a velar por cierto liberalismo, y sobre todo, por mantener dosis de necesaria soberanía en los países miembros.
A título personal puedo añadir que, tras tres años y medio asistiendo a cuatro distintos Consejos Europeos en materias tan dispares como industria, investigación, telecomunicaciones o audiovisual, entre el año 2000 y el 2003, comprobé el habitual pragmatismo de los británicos y sus esfuerzos por evitar la excesiva regulación de la UE, que ya empezaba entonces a manifestarse de forma preocupante.
Se realizaron reformas institucionales para fortalecer la integración, incluida la creación del Parlamento Europeo en 1979 y el Acta Única Europea en 1986, que profundizó la cooperación en áreas como el mercado único.
El Tratado de Maastricht estableció la Unión Europea en 1992, ampliando la cooperación más allá de lo económico e introduciendo la cooperación en política exterior y de seguridad, justicia y asuntos internos. Con resultados muy dispares como luego se comprobó.
También estableció la Unión Monetaria Europea (EMU) y la introducción del euro como moneda única en varios países. En 2002 la moneda casi común, de una gran parte de países, era una realidad.
La UE se ha expandido gradualmente a lo largo de los años, incorporando países de Europa Central y del Este después de la caída del comunismo en la década de 1990.
