«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
la élite globalista impone su ley

Qué está pasando en Rumanía y por qué puede marcar el futuro de Europa

Seguidores de Calin Georgescu. Vadim Ghirda

Las alarmas han vuelto a encenderse en Europa. Rumanía, un país clave en el equilibrio geopolítico del este del continente, está viviendo un episodio sin precedentes que deja en evidencia la deriva antidemocrática de las élites globalistas. Calin Georgescu, el candidato favorito para la repetición de las elecciones presidenciales en mayo, ha sido descalificado por la Oficina Electoral Central con el argumento de que su candidatura «no cumple con las condiciones de legalidad».

El candidato que desafió al sistema

Hasta hace pocos meses, el nombre de Georgescu apenas resonaba fuera de Rumanía. Sin embargo, en noviembre de 2024, este político de 62 años logró un triunfo inesperado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, un resultado que hizo temblar a la élite europea. Su perfil conservador, contrario a la agenda globalista y defensor de la soberanía nacional, despertó el entusiasmo de miles de ciudadanos que ven en él una alternativa real al poder establecido.

Pero la reacción del sistema fue inmediata. Apenas días antes de la segunda vuelta, el Tribunal Constitucional anuló la elección alegando una supuesta injerencia rusa basada en la activación de 800 cuentas de TikTok. No hubo pruebas de fraude electoral, ni evidencias de manipulación en las urnas, pero el simple hecho de que Rusia hubiera tenido actividad en redes sociales fue suficiente para justificar la cancelación del proceso democrático.

Lejos de debilitar a Georgescu, esta maniobra no hizo más que reforzar su apoyo. Las encuestas lo situaban como el ganador indiscutible de la repetición electoral en mayo. Sin embargo, el gobierno rumano no estaba dispuesto a permitirlo. A finales de febrero, el candidato fue detenido mientras se dirigía a registrar su candidatura. Las acusaciones: presuntas irregularidades en la financiación de su campaña y difusión de información falsa. Se le prohibió salir del país y abrir nuevas cuentas en redes sociales.

Ahora, la Oficina Electoral ha consumado el golpe. Georgescu ha sido excluido de la carrera presidencial bajo el pretexto de que «violó la obligación de defender la democracia». Sus seguidores han salido a las calles de Bucarest en protesta, desencadenando enfrentamientos con la policía.

La ofensiva contra los soberanistas en Europa y el aviso de Thierry Breton

El caso de Georgescu no es aislado. En Alemania, el partido patriota Alternativa para Alemania (AfD) quedó en segundo lugar con un 20% de los votos, pero la CDU se ha negado a pactar con ellos, prefiriendo aliarse con los socialistas, que sufrieron su peor resultado electoral desde 1945. En Austria, el Partido de la Libertad ganó las elecciones en octubre, pero ha sido excluido del gobierno por un pacto entre los populares, los socialistas y los liberales.

El mensaje de la élite globalista es evidente: el voto de millones de europeos será ignorado si no encaja con sus planes. Así lo advirtió el comisario europeo Thierry Breton en enero cuando, en una entrevista en televisión, afirmó: «Lo hicimos en Rumanía y, obviamente, lo haremos en Alemania si es necesario».

Y puede que todo esto no se detenga aquí. El 31 de marzo, Marine Le Pen sabrá si podrá continuar con su carrera política o si será inhabilitada por el Estado francés bajo acusaciones de malversación de fondos europeos. La líder de Agrupación Nacional ya ha denunciado una «intolerable interferencia política en el proceso democrático».

Así las cosas, Rumanía parece sólo un reflejo de lo que está ocurriendo en todo el continente. Cada vez es más evidente que las élites globalistas están dispuestas a ignorar la voluntad popular para mantener su control sobre las instituciones. Los ataques contra las formaciones soberanistas en Alemania, Austria y Francia confirman un patrón: la democracia es válida sólo cuando beneficia a los mismos de siempre.

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