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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los vecinos de París se plantan ante la violencia de las bandas callejeras

París

Los residentes de barrios como La Chapelle, Goutte-d’Or y Barbèshan exigido que el gobierno actúe para detener a las pandillas de inmigrantes.


La delincuencia se ha apoderado de las calles de París y los vecinos han decidido plantarse. Las medidas del gobierno local son insuficientes y los ciudadanos se han movilizado para exigir que atajen el problema de violencia derivado de las pandilla de marroquíes que actúan en zonas como La Chapelle, Goutte-d’Or y Barbèshan.
Mireille, una vecina de la zona, ha recordado que estos delincuentes atacaron a su hija de 15 años: «La primera vez fue un domingo por la noche, vi a tres de estos jóvenes en la acera y sentí mucho miedo. Después nos volvimos y uno de ellos saltó al cuello de mi hija hasta que huyó corriendo».
«Al día siguiente presentamos una denuncia, pero ahora hemos decidido no callarnos más. Es muy injusto no poder caminar libremente por nuestro barrio», ha aseverado. Hace unas semanas, 257 propietarios de pequeños comercios firmaron una carta de protesta ante el repunte de robos que sufrían en sus tiendas.

La realidad de los barrios de París

Existe un fenómeno que se viene repitiendo en los barrios periféricos de las grandes ciudades europeas: la creación de grandes barrios musulmanes donde la ley islámica ha sustituido al Estado. “Es necesario afrontar el problema en muchas zonas. Hay innumerables barrios donde las ‘no-go zones’ son habituales. Allí no se vive a la francesa, sino al estilo musulmán”.
“¿El futuro de Francia pasa por lugares donde los hombres se visten con túnicas, las mujeres no tienen permitido salir de casa y las costumbres no tienen nada que ver con la tradición occidental?”, se preguntó Èric Zemmour, que denunció la connivencia de las autoridades con estos fenómenos: “Tras los disturbios de Trappes, la ley del burka integral no se aplica. Los policías creen que es mejor no hacerlo “para evitar incidentes”.
La realidad de las ‘no-go zones’ fue desvelada por dos activistas de la llamada Brigada de las Madres, que denunciaron los hechos y grabaron las reacciones de los musulmanes con cámara oculta. Las imágenes no dejan lugar a dudas.
Cuando Madia y Aziza acceden a un establecimiento, los hombres se sorprenden. Las mujeres tienen prohibido “de facto” entrar en estos negocios y su presencia incomoda a muchos musulmanes que admiten sin ambages que “no deberían estar aquí”.
“Esto no es París. Aquí tenemos una mentalidad diferente y seguimos las enseñanzas del islam”, reconoce otro hombre, ajeno a la cámara que le está grabando. Cuando una de las activistas le pregunta si no estaría mejor viviendo en Arabia Saudí, el musulmán responde: “Francia es un paraíso para nosotros”.

‘No podemos detenernos’

Los conductores del metro de París se niegan a detenerse en ciertas estaciones debido al alto nivel de delincuencia y consumo de drogas que se registra en esos lugares: “No son zonas seguras para los profesionales y tampoco para los viajeros”, sentencian.
Los conductores que trabajan  para la Régie Autonome des Transports Parisiens (RATP), la compañía de transporte público de París, aseguran que varias estaciones del norte de la capital están sumidas en el caos y denuncian la existencia de “bandas raciales” que representan un “verdadero peligro”.
El sindicato RATP UNSA señala las estaciones de Marcadet Poissonnier y Porte de la Chapelle como las más problemáticas. Esta última se hizo famosa hace un par de años cuando, durante la crisis de refugiados, se convirtió en el lugar escogido por los recién llegados para montar su campamento. Su desalojo causó graves incidentes en la zona.
“El número de episodios violentos se ha multiplicado durante los últimos meses”, explican los maquinistas, que han mantenido encuentros con representantes de la policía local para tratar una situación que “parece no tener remedio”. La pasada semana enviaron sendas misivas al ministro del Interior, Gerard Collomb, y a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, para estudiar un plan de acción. Sin embargo, no han obtenido respuesta.
No es la primera vez que estas zonas son señaladas por las autoridades como lugares peligrosos. El servicio de mensajería francés Chronopost cesó el reparto de paquetes en ciertos barrios ante el peligro que suponía para el personal contratado por la empresa.

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