«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Visto en la Pasarela Sánchez

1 de mayo de 2024

En estos días de reflexión sanchista hemos visto desfilar, como en una pasarela, tipos humanos y sociales muy definidos. Me centraré en tres:

EL NÚCLEO DURO. El núcleo siempre es duro, nunca es blando, aunque en este caso estaba un poco revenido. Salieron en defensa de Sánchez los pata negra. Esto nos permitió observar la capa más recalcitrante del socialismo. Vimos manifestaciones de personas que caminaban como resucitados. Vimos las caras, los rictus. El PSOE es Puerto Hurraco con mechas moradas. Y salieron los del cogollito de la Kultura, la Bodeguilla in pectore: Almodóvar superando su propia parodia, el Bardem que hace de indio, Miguel Ríos, García Montero democratizando a Cervantes, los sindicalistas Chip y Chop, Juan Cruz y su musitación, el sindicato periodístico de las Intxaurrondo, Ramoncín de tertuliano y Gonzalo Miró, que en La Sexta pedía cambiar el régimen y controlar la justicia. Esto define muy bien la dificultad española actual: era terrible lo que se decía, pero lo decía Gonzalo Miró, ¿se puede uno tomar en serio algo que diga Gonzalo Miró? El sanchismo reunió a su caterva más estrambótica y Ferraz atrajo, como a zombis que salen de sus catacumbas pensionadas federales, a socialistas de todo el país: la España Negra, negrísima, que ha cubierto su negrura con la papilla de Prisa, mechas de colores, prendas urbanas y quechua.

Vimos, con algo de esperanza pero también de pena, que este núcleo duro sociológico y mediático del sanchismo está ya muy mayor.

LOS PITONISOS. La incertidumbre despertó el instinto de los pitonisos políticos. Las Casandras. Durante unos días, se lanzaron hipótesis sin límite alguno y sin información. Es una propensión habitual; desligarse de toda evidencia. Las evidencias son cosas de sistémicos. ¿Por qué decir solo «A» si se puede decir «A+B+C+D…»? Con un tono entre oracular, avisado y confidencial, se explicaba la situación: «Es evidente. Sánchez ha tenido contactos extrasensoriales con sionistas selenitas y sabe lo que tiene que hacer. En próximos días iniciará una reconstrucción facial y ya tiene el dinero en un paraíso fiscal. Estaba en las maletas de Delcy. Por eso Ábalos está callado. Sabe que no le pasará nada. Esto tiene que hacerse antes de que se acabe el invierno ruso y cambie el escenario bélico. El Departamento de Estado está avisado».

EL CENTRISMO. Mis favoritos. EL centrismo mediático, del que se alimenta el PP (PP es aznarismo más las gotas del centrismo que le van llegando en alambique a medida que colosales intelectuales abandonan el PSOE). Se indignaron mucho con Sánchez al hablar de controlar los bulos mediáticos. Pero son los mismos que se han tirado años hablando del peligro de las fake news y que nos explicaron el Brexit, Trump, Le Pen, y todo lo demás con «la posverdad y el anonimato en las redes». Ahora braman contra el totalitario Sánchez por… por decir lo mismo. Hay una entrevista por ahí en la que dos reputados periodistas neuronales conversaban no hace mucho sobre la pertinencia de crear un Ministerio de la Verdad. ¿Llegó a tanto Sánchez? Pasa otra cosa con este moderantismo mediático de las radios muahahas y los periódicos suaviter; ellos mucha moderación, venga con la moderación, pero cuando Sánchez hace de las suyas se acaba. Le llaman dictador, autócrata, tirano, y le acusan de cargarse él solito la solidísima democracia española y de comerse los niños crudos. ¿Y el decoro y la conversación pública? ¿Y la otredad cívica? ¿Y el tender puentes? ¿Y el necesario lugar de encuentro? Con Sánchez, los moderados son muy poco moderados y no se acuerdan nada de Chaves Nogales.

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