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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Seehofer, ministro de Merkel: 'No puedo seguir trabajando con esa mujer'

Seehofer ya ha dicho que piensa devolver al lugar del que han venido a quienes se presenten en la frontera sin papeles, pese al veto de la canciller.

Sospecho que cuando tu propio ministro del Interior declara públicamente que ya no te aguanta tienes un problema. En un nuevo capítulo del culebrón ‘Auge y Caída de Mutti Merkel’, Horst Seehofer, líder de la CSU y ministro del Interior alemán ha asegurado exactamente eso sobre su supuesta jefa en un periódico: «No puedo seguir trabajando con esa mujer».
A efectos electorales, la CSU, fuerte en su feudo bávaro, lleva siendo el mini-yo de la CDU democristiana de Merkel desde que existe la República Federal. Pero las diferencias abismales sobre la crisis migatoria parecen estar empujando a los conservadores bávaros a ir preparando las maletas.
En Alemania, gobernar en coalición, que en estos pagos suena a anatema, es la fórmula por defecto, lo normal. Así ha venido sosteniéndose Angela Merkel, aunque la última le ha costado semanas y mucho encaje de bolillos político negociarla.
Hace algunos años, no muchos, en 2015, la Canciller de Hierro parecía imbatible. Era la gobernante más poderosa de Europa, la Thatcher alemana, los alemanes estaban encantados con ella y las elecciones iban a ser un paseo militar.
Y entonces estalló la crisis migratoria, supuestamente a raíz de la guerra de Siria. Y Merkel dio a muchos la impresión de haber perdido la cabeza al invitar a todos los refugiados -que cada día que pasaba tenían menos de sirios y mucho menos de refugiados- a encontrar su destino en Alemania. Resultado, entre uno y dos millones de emigrantes procedentes del Tercer Mundo instalados en Alemania.
En las últimas elecciones, el partido de Merkel, la CDU, ha ganado por la mínima, y este último mandato se ha conseguido con una coalición renuente a la que ahora le saltan las costuras.
Seehofer ya ha dicho que piensa devolver al lugar del que han venido a quienes se presenten en la frontera sin papeles, pese al veto de la canciller. Y si cumple su amenaza, equivaldrá a un motín abordo en toda regla. Merkel tendría que cesarle y eso llevaría al divorcio CDU-CSU y al fin de la coalición de Gobierno. Merkel tendría que dimitir y convocar elecciones. Seehofer ha dado a la canciller dos semanas para que tome una decisión.
Cualquier movimiento es el fin de su carrera política. Si rechaza, ya lo hemos visto. Pero si acepta, no solo es tragarse sus palabras y dejar meridianamente claro que no manda en su propio gabinete, sino que supone que su actitud de apertura sin restricciones a la llegada de inmigrantes se había convertido en su ‘marca de fábrica’ política, no solo en Alemania sino en toda la Unión Europea.
El clima político ha cambiado muchísimo desde los días del entusiasta Welcome Refugees del principio. Las cosas no han sido tan idílicas como se pretendía desde las altas instancias, incluyendo al gobernador del Banco Central Alemán. Pero incluso en Alemania, donde el autoodio viene a ser política oficial desde 1945, la situación no se sostiene.
Al contrario, el alto coste del ‘experimento demográfico’, en todos los sentidos, ha propiciado el auge de partidos antiinmigracionistas a los que ni tachándoles de ‘populistas’ se consigue frenar. En Austria forman parte del gobierno; en Italia, SON el Gobierno. Y en la propia Alemania, sus soberanistas de Alternativa para Alemania consolidan un importante nicho electoral. En Baviera hay elecciones regionales en octubre, y la CSU no quiere pagar el pato que les ha servido Merkel.
Para acabar de estropearle el humor, Trump, que ya tuvo un rifirrafe con la canciller en la reciente reunión del G-7 en Canadá, ha venido a echar sal en la herida con uno de sus comentarios flamígeros en la red social Twitter: «La gente de Alemania está dándole la espalda a sus líderes a medida que la inmigración desestabiliza la ya tenue coalición en Berlín. La delincuencia en Alemania está disparada. ¡Gran error el cometido a lo largo de toda Europa al permitir la entrada a millones de personas que han cambiado tanto y tan violentamente su cultura!».

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