Cuando Zapatero cedió el cetro del PSOE a Alfredo Pérez Rubalcaba, el plan diseñado por el sanedrín socialista era que éste, Rubalba, pilotara un relevo ordenado para que nunca más volviera un partido centenario a caer en manos de un ZP cualquiera. Pasados más de dos años y forzado por unos resultados electorales que siguen en caída libre, Rubalcaba abandona sin conseguir haber reestructurado el PSOE. Ahora, de prisa y corriendo, serán los militantes los que elegirán entre dos candidatos no precisamente de primer nivel, y eso asusta a propios y extraños.
Eduardo Madina, sobre el papel, representa el ala dura del PSOE; Pedro Sánchez, al menos hasta ahora, visualiza a un simple centro izquierda. Por sus declaraciones parece que van a tener un duro duelo por la izquierda; lo más positivo que desde posiciones centradas se puede decir es que los candidatos practican el eslogan de ganar desde la izquierda para gobernar ya desde el centro.