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NÚMEROS ENVIDIABLES DENTRO DE LA REGIÓN

Bolsonaro busca la reelección el domingo en medio del resurgir económico de Brasil

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Europa Press

Cuando faltan pocos días para que se lleve a cabo el ballotage en Brasil, una realidad surge en el horizonte: la economía del país, en términos generales, está mucho mejor ahora de lo que estaba cuando Jair Bolsonaro llegó al poder hace cuatro años. Y esto no es poca cosa, teniendo en cuenta que al actual mandatario brasileño le ha tocado capear la crisis durante y después de la pandemia, que devastó a muchas de las economías de la región y que incluso hoy tiene a varias de ellas en punto muerto.

El jueves el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) publicó cifras que dan cuenta de la caída, por séptimo mes consecutivo, del desempleo en la nación sudamericana. Concretamente el porcentaje de desocupación descendió hasta el 8,7%, siendo éste el más bajo del Brasil desde el año 2015 (cuando gobernaba la izquierda de Dilma Rousseff).

Caída histórica del desempleo en Brasil. Gráfica elaborada por Bloomberg.

Así, las ejecutorias económicas de Bolsonaro contrastan, por ejemplo, con el caos en el que está metida la otra gran economía del sur de América –la Argentina– en este momento. Allí el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández ha dejado avanzar la inflación el último año hasta cifras superiores al 100%. Del cielo a la tierra: en Brasil el mismo indicador es de apenas 6% durante el mismo lapso de tiempo. 

En Colombia -que decidió virar a la izquierda tremebunda de Gustavo Petro recientemente- las cosas no parecen ir muy bien tampoco. Desde que el Pacto Histórico ganó las elecciones presidenciales, hace cuatro meses, el peso colombiano ha perdido cerca de un 20% de su valor respecto al dólar americano. En términos simples: los colombianos son hoy más pobres de lo que eran antes de que Petro llegase a la Casa de Nariño. Algo que fundamentalmente se debe a la desconfianza que ha creado el nuevo mandatario en los mercados a través de su discurso sobre la propiedad y los impuestos.

En Chile -otro de los países que hasta hace poco eran modelos de crecimiento económico, democracia e institucionalidad en América del Sur- el asunto también han comenzado a tambalearse económicamente. De hecho, en agosto pasado la nación llegó a registrar una inflación anualizada de 14,1%, siendo la más alta en los últimos 30 años.

Aunado a esto, el país gobernado por el izquierdista woke Gabriel Boric está considerado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como un miembro seguro del club de naciones que el año próximo no experimentarán crecimiento alguno, y transitarán en cambio el camino de la contracción económica.

Brasil actualmente registra una envidiable inflación interanual de apenas 7,2%. Un dato que contrasta ampliamente con el de economías intervenidas y quebradas hasta los tuétanos, como la de la Venezuela de Maduro y su 157% anual, o bien el cálculo que hace el economista norteamericano Steve Hawke sobre la isla de Cuba y una inflación anualizada que rebasa la barrera del 200%.

Aunque tiende a decirse que la economía no gana elecciones, sino que más bien lo hacen las narrativas, Bolsonaro tiene un relato verosímil para presentarle a los brasileños este domingo: el de un desempeño económico concreto que destaca entre el marasmo generalizado que azota a Suramérica en los últimos tiempos.

Un eventual triunfo de Lula, además de sellar por al menos un par de años el dominio de la izquierda del Foro de Sao Paulo en cuanto foro regional se atraviese (con la Organización de Estados Americanos a la cabeza), pondría además en la picota el destino de la principal economía del Sur de América; esa que recientemente ha comenzado a dar señales tan positivas como deseables de recuperación.

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