«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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EN LA SEGUNDA VUELTA DE ESTE DOMINGO

Bolsonaro: el presidente anticomunista que busca la reelección para consolidar el crecimiento de Brasil

Jair Bolsonaro. Reuters

El presidente Jair Bolsonaro acude a la cita electoral de este domingo con la seguridad de que habrá batalla y de que sus opciones de reelección, pese a perder la primera vuelta frente a Lula da Silva, continúan intactas.

Bolsonaro ha recibido el apoyo de la mayoría de gobernadores que vencieron por mayoría absoluta el pasado 2 de octubre y todos los sondeos le sitúan como el más votado en Sao Paulo y Río de Janeiro, dos de los tres estados más poblados.

Cuenta con un bagaje de rotundos éxitos en economía, con la inflación más baja que en el resto de países de la región, y con el mayor número de trabajadores de la historia de Brasil. También con la certeza de haber combatido la corrupción del Partido de los Trabajadores y de haber dado la batalla cultural al no someterse a los postulados ideológicos de la izquierda.

Militar con dilatada trayectoria y descendiente de inmigrantes italianos llegados a Brasil después de la Segunda Guerra Mundial, Bolsonaro alcanzó en 2018 la presidencia logrando más de 58 millones de votos en la segunda vuelta. Durante la campaña electoral sufrió un atentado que casi le mata. Adélio Bispo de Oliveira, un militante izquierdista partidario del hoy expresidiario Lula, le apuñaló en el estómago… y sólo la rápida atención médica le salvó la vida.

Anticomunista, antiglobalista y fiel defensor de los valores conservadores

El presidente se considera anticomunista y fue ejemplo en el rechazo a las políticas globalistas durante la pandemia. Defendió la libertad de vacunación, dijo no a los confinamientos y no a los pases covid, mientras toda la región (y Europa) multiplicaba las restricciones arbitrarias y liberticidas. Él no es un político al uso, no procede del establishment político, es el «Trump de Brasil». Y con el expresidente estadounidense, así como con el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, tuvo una excelente relación.

El presidente es un firme defensor de los principios de Dios, patria, familia y libertad. «Brasil tiene un presidente que cree en Dios, respeta la Constitución (…) y debe lealtad a su pueblo», manifestó en el foro de la ONU de septiembre de 2021, en una intervención en la que agregó que la familia tradicional es «fundamento de la civilización».

«No cabe relativización en la defensa de la vida de los inocentes que no pueden defenderse», ha defendido en múltiples ocasiones. Su Gobierno creó la Secretaría de la Familia, firmó el Consenso de Ginebra junto a 31 países más para proteger la vida y reivindicar la familia como parte fundamental de la sociedad, y estableció el 8 de octubre como el Día Nacional del Niño por Nacer para «sensibilizar sobre los riesgos del aborto».

Además, durante su mandato Brasil se ha volcado con la defensa de la libertad, de la democracia y del Estado de Derecho en toda la Iberosfera. Su Ejecutivo recibió a los venezolanos que huyen de la miseria chavista. «El problema de Venezuela tiene que ver con el comunismo, esa ideología despreciable y asesina que destruye todo por donde pasa», aseveró en 2018.

El presidente, convertido hoy en penúltimo dique de contención del socialismo que esclaviza a Iberoamérica, envió todo el apoyo y la solidaridad al pueblo cubano que se levantó en julio del año pasado contra la tiranía castrista… y ha ofrecido Brasil para acoger a la expresidenta boliviana Jeanine Áñez, encarcelada y perseguida por el régimen izquierdista, y a los religiosos perseguidos por la tiranía de Daniel Ortega en Nicaragua.

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