El pasado miércoles 22 de junio, se dio a conocer que el cargo de “Primera Dama” se cambió y personalizó con el nombre de la novia de Gabriel Boric, es decir, se pasó a llamar “Irina Karamanos”. Sin embargo, a las pocas horas y tras innumerables críticas, la vocera de gobierno sostuvo que se trataba de un “un error administrativo no visado”.
Sin embargo, es hora de dejar de tildar estos errores como producto de inexpertos, porque fue una decisión política, tal como ha ocurrido en otras ocasiones, como en la gira de Boric a Estados Unidos o Argentina, la fallida visita de la ministra del Interior a La Araucanía (quien fue recibida con balazos), o la decisión del Gobierno de cerrar los colegios semanas antes de que inicien las vacaciones de invierno por los contagios de Covid, sin considerar cómo afecta esta decisión el aprendizaje de los niños chilenos.
Desde la época de la campaña presidencial, una de las grandes narrativas instaladas por el izquierdista Gabriel Boric ha sido que se impulsará un Gobierno “feminista y con enfoque de género”. Por ello, se han instalado más de cien asesoras con “enfoque de género” en los distintos ministerios, para influir en las políticas gubernamentales con esta ideologizada mirada.
En esta misma línea, en marzo pasado, la novia de Gabriel Boric sostuvo que quería despersonalizar el cargo de la Primera Dama y que, además, quería repensarlo. Así, se podría deconstruir el cargo desde dentro. Sin embargo, se sumó un nuevo escándalo por las malas decisiones políticas del actual Gobierno chileno liderado por las fuerzas frenteamplistas. Pues, el pasado martes, Chile despertó con la noticia de que el cargo de Primera Dama fue renombrado como “Irina Karamanos”.
Lo anterior generó innumerables y transversales críticas, por lo que la vocera de Gobierno, Camila Vallejo, dijo que fue un “error administrativo no visado”. Sin embargo, rápidamente se dio a conocer que existe el dominio web irinakaramanos.cl registrado en Nic Chile, con fecha del 18 de marzo de 2022. El encargado de dicho registro es Luis Escalona, quien en su cuenta de Linkedin sostiene que es jefe de seguridad y comunicaciones del presidente.
Sin embargo, la polémica es aún más contundente. Según cuenta el medio chileno La Tercera, el 11 de marzo pasado (el mismo día del cambio de mando), se realizó una modificación en el organigrama del gobierno. Debajo de la figura del presidente, en lugar de aparecer escrito “Primera Dama”, salía el nombre de Karamanos.
Dado lo anterior, es posible sostener que hubo dolo en modificar el nombre de dicho título, por lo que no es aceptable seguir calificando estas acciones como “errores” de “principiantes” o “alumnos en prácticas”, como se suele escuchar a los analistas políticos chilenos. Son decisiones políticas premeditadas, que develan que no hay un mapa que oriente la acción política desde el Gobierno.
Así pues, las erróneas estrategias políticas del gobierno de Boric develan lo alejados que están de los reales problemas de los chilenos. Quizás, maquiavélicamente, con estas polémicas quieren desviar la atención de las problemáticas y demandas urgentes de los pobladores del país sudamericano.
El Gobierno no se ha preocupado de la inflación que ya alcanzó el 11,5% (y se espera que los próximos meses pueda llegar al 13%); o que el dólar continúa alcanzando máximos históricos (el jueves superó los $900) y que el precio del cobre chileno se sigue devaluando (por un lado, se explica por la disminución de contratos con China —por restricciones por el Covid—, y por otro, se debe a las protestas de la Fundiciòn Ventanas, iniciadas el viernes pasado pero que finalmente se depusieron durante la tarde del jueves de esta semana). Por tanto, el costo de vida sigue aumentando.
Además, la violencia sigue escalando, ya que esta semana se registraron dos tiroteos (el lunes en una fiesta en el centro de eventos de Espacio Riesco y el miércoles en la estación Baquedano del metro, situaciones no conocidas por los santiaguinos); y la violencia en los colegios continúa (una estudiante fue apuñalada por oponerse a una “toma” –ocupación ilegal– de su colegio por sus compañeros, en la ciudad de Concepción).
Por el contrario, Boric está más preocupado de instalar narrativas progresistas en su Gobierno, de cambiar el nombre del cargo de “Primera Dama”, o de cerrar los colegios semanas antes del inicio de las vacaciones de invierno (que deberìan comenzar la segunda quincena de julio), por el aumento de Covid. Esta última medida, ampliamente criticada y sin una coordinación entre los ministerios de Educaciòn y Salud, no contempló las clases telemáticas como última instancia, afectando el aprendizaje de miles de niños chilenos que se han visto profundamente afectados por la pandemia.
En definitiva, no cabe duda que Boric y su Gobierno no saben liderar. Ha demostrado no conocer con quien se relaciona (como ocurrió en su gira en los Estados Unidos desconociendo a John Kerry), polemiza con países vecinos (sostuvo que en la Patagonia no hay fronteras, instalando un escándalo en Chile y Argentina), o piensan que pueden dialogar con la insurrección mapuche (cuando la ministra del Interior fue recibida con balazos en su visita de marzo).
Finalmente, estos 106 días de Gobierno revelan que no hay una estrategia política ni una coordinación interna. Por esto, cada una de estas controversias no son errores de debutantes o de “alumnos en práctica” que juegan al poder, porque se originan de decisiones políticas. Y por esto hay que evaluarlos, por sus errores políticos. Podrá ser un Gobierno feminista, con más de cien asesoras deconstruidas que impulsan el enfoque de género, pero no cabe duda que no tienen asesores que sepan gobernar.