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crisis en argentina

Cristina Fernández mantiene la influencia en un Gobierno asolado por la situación económica

La vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Reuters

Vamos a ver cómo es, el reino del revés, inmortalizó en Argentina María Elena Walsh allá por los 60’s. Pasado presente y futuro de un país cuyo ímpetu en autoflagelarse es mundialmente conocido. Y todavía aquí seguimos.

Las luchas políticas internas vienen dominando en la coalición gobernante Frente de Todos desde las elecciones legislativas de noviembre del año pasado, obstaculizando la capacidad del gobierno de los Fernández (Alberto al Gobierno, Cristina al poder) para comandar una nave cuyo casco ya filtraba agua por varios flancos

Ahora, a un mes de la salida de Martín Guzmán como ministro de Economía, el presidente Alberto Fernández anunció cambios de gran calado en su gabinete de ministros, reorganizando la cartera económica para incluir los ministerios de Desarrollo Productivo y Agricultura. Sergio Massa, líder del ala del Frente Renovador del FdT, deja su papel como presidente de la Cámara de Diputados para dirigir el nuevo «superministerio» de 3×1

Como consecuencia de ello, atención al cambio de figuritas, siempre bajo el calor de papá Estado, gatopardismo público. La ahora exministra de Economía, Silvina Batakis, que se mantuvo menos de 30 días en el cargo, asumirá la presidencia del Banco Nación; el ministro de Desarrollo Productivo por poco más de un mes, Daniel Scioli, volverá a su cargo de embajador en Brasil; Julián Domínguez renunció como ministro de Agricultura; Carlos Castagneto asumirá como titular de la AFIP en lugar de Mercedes Marcó del Pont, quien es la nueva secretaria de Asuntos Estratégicos, reemplazando a Gustavo Béliz, otrora mano de derecha de Alberto Fernández y cuya influencia dentro del gobierno se fue disipando paulatinamente.

Cuando comenzaron a salir los botes

Ante el agravamiento de la situación política, económica y social, las fisuras hace ya tiempo que se convirtieron en fracturas. Las críticas del ala kirchnerista de la coalición provocaron primero la dimisión del exministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y luego la del mencionado Guzmán, ambos aliados clave del presidente Alberto Fernández.

La dimisión de Guzmán sumió a los mercados y a la coalición gobernante en una confusión total, lo que provocó negociaciones contrarreloj entre las principales figuras del Frente de Todos. Los rumores apuntaban a que Sergio Massa, titular de la Cámara de Diputados y excandidato a la presidencia en 2015, ocuparía un puesto clave del gabinete, pero los líderes de las facciones no lograron arribar a un acuerdo.

El panorama al que se enfrentaba el Gobierno obligó al presidente Fernández a nombrar a dos ministros de distintas facciones de la coalición: el -hasta el último jueves- ministro de Desarrollo Productivo Daniel Scioli (exgobernador de la Provincia de Buenos Aires y e vicepresidente de la Nación) y la también cesada exministra de Economía Silvina Batakis, articuladora entre la Nación y las Provincias previo a su efímero paso como titular de la cartera. 

El movimiento es vida

La pérdida de aliados clave dentro del gabinete le ha costado al presidente Fernández el control de su Gobierno, de por sí débil y con escaso volumen político propio. Por su parte, Massa aprovechó los 24 días en que Batakis ocupó el cargo de ministro -y la consiguiente agitación económica y política- para negociar el puesto de zar de la economía con la vicepresidente Kirchner. La paciencia del cazador.

A raíz de los acontecimientos de la última semana, Massa parece haber logrado una mayor influencia tanto en el gabinete nacional como en la coalición oficialista. La vicepresidenta Fernández de Kirchner sigue siendo la reina, y mantiene su influencia en áreas clave del Gobierno, incluyendo ahora la Administración Federal de Ingresos Públicos. 

El FdT tendrá que decidir ahora el sustituto de Massa como presidente de la Cámara de Diputados. Probablemente su sucesora sea Cecilia Moreau, miembro de su espacio. Misma cuestión respecto al estatus y nombres de las segundas y terceras líneas.

El nuevo hombre fuerte se enfrenta a una apremiante lista de retos. Massa tendrá que lidiar con una inflación galopante (con pronóstico de rozar el 100% a fin de año), una moneda cada vez más depreciada y unas reservas del Banco Central agotadas, al tiempo que deberá mantener a flote el acuerdo de reestructuración de la deuda del país con el FMI, y calmar al mercado, que probablemente esté alarmado por la salida de Batakis, quien se enteró de su desplazo no bien bajada del avión procedente de Washington, donde se reunió con Georgieva y demás popes de los organismos financieros globales. Cuando se trata de buenas noticias, la ansiedad los doblega.

All in

La proximidad de las presidenciales del año que viene hablarían del deseo de Massa de apostar un pleno a erigirse como un piloto de tormentas y convertirse, de una vez por todas, en un firme candidato a ocupar la Casa Rosada. 

Sin embargo, si no consigue esquivar el iceberg, se arriesga a perder todo el capital político acumulado hasta ahora. Recordemos que Massa ya sufrió duras derrotas en las presidenciales de 2015, en las que acabó tercero, quedando afuera del ballotage que coronó a Macri, y en las legislativas de 2017, cosechando un magro 11% que no le permitió ocupar una banca en el Senado de la Nación. Si bien volvió a los primeros planos en 2019 como parte del FdT -al que había denostado públicamente en reiteradas oportunidades-, un paso en falso de esta magnitud provocaría que de las cenizas no resurja ningún fénix.

A la luz de los acontecimientos, es probable que Alberto Fernández dedique lo que le queda de energía en promover la unidad del Gobierno, en lugar de recobrar influencia, para llegar así con algo de oxígeno a las elecciones presidenciales de 2023, y evitar pasar a la historia como el único presidente peronista que no culminó su mandato. Curiosidades de la Argentina, ya que Mauricio Macri fue el primer presidente no peronista, desde el surgimiento del movimiento, que logró mantenerse en el poder durante todo el periodo que manda la Constitución Nacional.

Me dijeron que en el Reino del Revés

Nadie baila con los pies

Que un ladrón es vigilante y otro es juez

Y que dos y dos son tres.

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