«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
El Congreso de Brasil ha nombrado una comisión de investigación

El 8 de enero: ¿una operación de falsa bandera de los partidarios de Lula?

Sucesos del 8 de enero en Brasil. Europa Press

Poco después de la invasión de la Praça dos tres Poderes por manifestantes vestidos de verde y amarillo, la prensa nacional e internacional sentenció que todo sucedió por «una pandilla de fanáticos bolsonaristas» que no respetaban la democracia. Esta narrativa fue muy utilizada por el Gobierno de Lula para tratar a toda la oposición como antidemocrática y para colocarse como un campeón de la democracia. La tesis parecía incontestable y le dio un extra de fuerza al nuevo Ejecutivo izquierdista.

Sin embargo, tras la difusión de las imágenes de las cámaras de seguridad internas del Palácio do Planalto realizadas por un reportaje de CNN, surgieron muchas dudas e hipótesis sobre los hechos. La semana pasada, CNN mostró un video con el General Gonçalves Dias, Ministro del Gabinete de Seguridad Institucional (GSI – que es un organismo que combina la seguridad y la inteligencia del Presidente de la República), facilitando la entrada de manifestantes y vándalos. Gonçalves Dias es un general de total confianza de Lula da Silva y que fue responsable por su seguridad entre 2003 y 2009. Poco después de que se publicaran estas imágenes, el ministro fue despedido.

La hipótesis de una operación de falsa bandera comenzó a tomar fuerza luego de que estas imágenes se sumaran a otros elementos. ¿El PT y sus aliados habrían alentado o facilitado tal acción? ¿Tendrían las acciones contra los bolsonaristas el mismo impacto si estos manifestantes se mantuvieran fuera de los palacios de los tres poderes mediante una acción efectiva de las fuerzas de seguridad? ¿No era mejor para el PT si en la «invasión» las fuerzas de seguridad hubieran controlado la situación? Todas estas preguntas han ido cobrando fuerza y ​​aportando una nueva perspectiva a lo ocurrido.

Además de estas imágenes (reveladas y ocultas), debemos recordar que fue el Gobierno de Lula que decretó el secreto de los videos de seguridad interna por cinco años. ¿Por qué tanto interés en el secreto y no en la transparencia del contenido de las cámaras internas de los palacios? Si el Gobierno fue atacado por «una horda de bolsonaristas fanáticos» que invadió los palacios, ¿Por qué no mostrar más evidencias de la acción de estos depredadores?

¿Hay algo que esconder? ¿Será que entre los manifestantes y vándalos hay presencia de infiltrados colocados allí para causar el caos? ¿Hubo una acción de un agente provocador organizada o facilitada por personas del Gobierno? Todas estas preguntas son legítimas y necesitan respuestas.

Otro punto importante a ser planteado en el debate es entender por qué el Gobierno del PT trató por todos los medios de impedir la instalación de la CPMI (Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación). Si el PT fue la principal víctima de los ataques, ¿Por qué no querían una investigación más profunda por parte del Congreso brasileño? El PT ofreció cargos y recursos económicos a los diputados que cambiaron su voto. El presidente del Senado, Rodrigo Pacheco, realizó todo tipo de maniobras para evitar la CPMI el 8 de enero. Pacheco es un aliado de confianza del gobierno de Lula y ha hecho todo lo posible para ayudar al Gobierno.

Por lo tanto, en resumen, ahora existe esta hipótesis de que hubo una operación de falsa bandera por parte del Gobierno, ya sea por acción u omisión, y con el fin de obtener ganancias políticas y satanizar al oponente. El intento de ocultar imágenes de seguridad es muy sospechoso; la actuación del jefe del GSI durante la invasión; así como el intento de impedir la instalación del CPMI. Hay una situación actual de dudas y preguntas que merecen respuestas.

Y finalmente, aún con todos los esfuerzos del Gobierno para evitar la conformación del CPMI «8 de enero», ésta quedó instalada el miércoles 26 de abril. Ahora 16 diputados y 16 senadores serán elegidos para participar en las investigaciones. A los brasileños les queda esperar a que salga la verdad, independientemente de los resultados y de la guerra de narrativas.

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