La guerra desatada entre el actual presidente de Bolivia, Luis Arce, y el expresidente Evo Morales, ambos pertenecientes al partido Movimiento al Socialismo (MAS), integrante del Foro de Sao Paulo, pica y se extiende. La disputa se debe a la competencia que existe entre ambos para obtener el control del partido y la candidatura para las elecciones de 2025. Algunos analistas piensan que la misma podría llegar incluso, a desatar una guerra civil.
Y es que, según una nota de EFE, la pelea se salió de las sedes del partido MAS, trasladándose a las carreteras del altiplano, con miles de seguidores de Morales llegando a La Paz. Dicha movilización ha sido calificada por Arce como un «golpe de Estado». Lo cierto es que la marcha, de 187 kilómetros, generó enfrentamientos violentos en la población de Vila Vila, en donde mineros seguidores del presidente Arce y otros tantos de Morales se arrojaron piedras, reportándose personas heridas de ambos bandos.
El Portal Infobae, por su parte, informa que «la caminata de los seguidores de Evo Morales comenzó el martes pasado en la localidad de Caracollo, en la región andina de Oruro, para exigir su habilitación como candidato para las elecciones de 2025». Los partidarios de Morales afirman que la marcha tiene como objetivo «salvar a la patria», al tiempo que visibilizar los problemas de escasez de dólares, combustible y el encarecimiento de algunos productos básicos.
La crisis ha trascendido a Bolivia, puesto que Arce envió cartas a tres organismos internacionales para denunciar «actos de desestabilización» por parte de Evo Morales y sus seguidores. «Hemos expuesto ante la comunidad internacional los actos de desestabilización contra nuestro Gobierno», señala un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Las cartas fueron enviadas al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres; al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk; y a la secretaria ejecutiva de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Tania Reneaum Panszi.
En abril pasado, el diario El País señaló que las izquierdas latinoamericanas y europeas están preocupadas por el cisma del MAS. «Una intercesión del Grupo de Puebla no ha logrado que los dos líderes enfrentados hallen un camino de reunificación. Murió en la cuna la idea de organizar unas primarias unitarias que promovieron los miembros de este foro izquierdista cuando estuvieron en Bolivia». Cuba, interesado en resolver la pugna entre ambos dirigentes, les invitó -meses atrás- a la Habana, pero no logró nada.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, a raiz del desencuentro entre Luis Arce y el Grupo de Puebla con motivo del supuesto golpe de Estado que se produjo en Bolivia, emitió un comunicado discrepando del Grupo en los siguientes términos: «El Estado Plurinacional de Bolivia rechaza firmemente el comunicado emitido por el Grupo de Puebla en el que se sugiere que el presidente Luis Arce Catacora estaría generando un autogolpe de Estado. Toda afirmación en ese sentido sólo pretende encubrir el verdadero golpe de Estado, articulado y financiado por la derecha». En efecto, Evo Morales había denunciado que la movilización militar del pasado 26 de junio había sido orquestada por el propio Luis Arce.
Como puede deducirse de estos hechos, el choque entre Evo Morales y Luis Arce no solo es ya inevitable, sino que tendrá consecuencias impredecibles. Las fuerzas opositoras deberían, ante este escenario, aprovechar la oportunidad para derrotar a la dictadura en las elecciones de 2025. Para que ello fuese posible, deben evitar divisiones absurdas y escoger un candidato unitario, que tenga carisma y ofrezca un buen programa de Gobierno.