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EL AÑO PASADO FUE MULTITUDINARIA

La Iglesia católica de México convoca una gran manifestación en defensa de la vida

Manifestantes marchan en México contra el aborto y por el derecho a la vida.

Hace casi un año, el 3 de octubre de 2021, se llevó a cabo una megamarcha, la primera de su tipo, convocada por la Iglesia Católica en México, más exactamente por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a favor de la vida y de la mujer.

Fue en el contexto de la lucha a favor del derecho humano a la vida, mientras que la “marea verde” del abortismo y supremacismo feminista, también salía a las calles y era respaldada por la orientación ideológica de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), que ha sido señalada ampliamente por no ser neutral y por actuar sus ministros como activistas del progresismo globalista.

La marcha de ese 3 de octubre, de la mano de cientos de organizaciones de la sociedad civil, fue un éxito. Se extendió por cerca de 89 ciudades y sumó alrededor de un millón de personas, según diversos conteos. Aquella vez, sólo en la Ciudad de México marcharon 300 mil personas.

Pues bien, ahora la Iglesia a través de la Dimensión Episcopal de Vida, presidida por monseñor Jesús José Herrera Quiñonez, está llamando a la segunda marcha, una vez más por la vida y la mujer, para el domingo 9 de octubre, y se espera que la gente una vez más se vuelque en las calles, en defensa de la vida desde la concepción y hasta la muerte natural, así como de la mujer.

Hace un año, como ahora, no pocos sectores de la derecha y el conservadurismo hubieran preferido que la convocatoria fuese en defensa de la vida y la familia, y no presentar a la mujer como un ser aislado de su núcleo social, el más importante.

México es un país con un alto porcentaje de católicos: 77% de la población, es decir, 97,9 millones de mexicanos-, y protestantes hay un 11%, por lo que sumando ambas expresiones se habla de un 88% de los mexicanos.

La marcha de este domingo 9 de octubre empezará en el Auditorio Nacional, sobre Reforma, y culminará en el Ángel de la Independencia.

En meses recientes la Iglesia Católica ha sufrido una significativa suma de ataques, provenientes siempre de las izquierdas, del supremacismo LGBT, del feminista, de la ideología de género.

Por ejemplo, hubo una obra de teatro que ridiculizaba a la Virgen María y que se estuvo itinerando por muchas ciudades del país, respaldada con fondos del Gobierno federal del “Movimiento de Regeneración Nacional” (MORENA).

También, una persona transgénero que ocupa una curul en la Cámara de Diputados y se hace llamar Salma Luévano, subió a tribuna a defender una ley para “castigar” a quien dijera cualquier cosa que no le gustara al supremacismo LGBT, en especial si se trataba de ministros de culto, y esta persona trans de disfrazó de Papa, con mitra y túnica, pese a que en teoría se oponía a “discursos de odio”, ofendiendo así a la fe católica de forma totalmente innecesaria.

Fieles que rezaron el Rosario de hombres a las afueras de la Catedral Metropolitana el día 25 de junio, en medio de un mar de personas que asistieron en apoyo al “Día del orgullo LGBT”, fueron insultados, discriminados, y agredidos mientras rezaban en paz. Como si ya no existiera el derecho a la libertad religiosa.

En las defensas católicas de los templos, este 28 de septiembre pasado, ante los acostumbrados destrozos de las supremacistas del feminismo, hubo quienes resultaron lesionados también en varias ciudades.

Al mismo tiempo, se han ido multiplicando las expresiones de carácter “cristero”, que defienden la fe católica, el derecho humano a la libertad religiosa, así como la libertad de expresión.

La Cristiada empezó en 1926 ante los abusos del presidente Plutarco Elías Calles contra los fieles católicos, que fueron perseguidos y asesinados junto con sacerdotes, y los templos fueron cerrados. Muchos mártires surgieron de tal lucha. Una que dio Patria a los mexicanos, no como otras luchas, que sólo fueron pretextos basados en el resentimiento social.

En México el grupo “Ejército Cristero Internacional” (ECI), cuyo lema es “Oración y Acción”, sostiene una nueva visión cristera, actualizada a la realidad contemporánea, tomando en cuenta que los ataques a la religión ahora no provienen sólo de un presidente, sino de muchos gobiernos hostiles y de poderosos intereses anticristianos, por lo que la lucha no sólo debe darse en México, sino en todo el hemisferio occidental y más allá.

También sostienen que, a diferencia de hace ya casi 100 años, la lucha hoy debe ser siempre pacífica, pero activa, y en el terreno cultural; debe darse en el campo legislativo, financiero, artístico, deportivo, en las familias, universidades y centros escolares. Es una lucha a largo plazo, no de un día. Se trata de una contrarrevolución cultural.

Los medios de comunicación mexicanos, muchos de ellos parte del mainstream media, no han dado información ninguna relativa a la marcha del 9 de octubre y, como el año pasado, se puede adelantar que tampoco publicarán mucho al respecto. Fieles a su agenda progresista y globalista, por no decir, francamente anticristiana y abortista. 

También está por verse la participación que puede tener en esta marcha a favor de la vida, por parte de miembros del Partido Acción Nacional (PAN), que en su doctrina claramente defienden el derecho humano a la vida desde la concepción.

El año pasado pocas figuras de esta institución marcharon, entre éstas la diputada América Rangel, luchadora que no se ha detenido pese a que ha sido atacada por las izquierdas todo el tiempo, o el diputado Raúl Torres, quien también es un incansable defensor de los valores.

Fernando Guzmán, el Coordinador del PAN de Asuntos Religiosos, Vida y Familia, un católico serio y luchador, también marchó en 2021 y ha estado ya apoyando la difusión del evento de 2022, que en el caso de Jalisco -su entidad- se está convocando para el 8 de octubre.

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