«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Petro, el candidato de la extrema izquierda, ya tocó su techo

Hernández busca hacer frente a la abstención y al voto en blanco para lograr la presidencia

Los candidatos presidenciales colombianos Rodolfo Hernández y Gustavo Petro. Europa Press

Los cálculos hoy no favorecen a Gustavo Petro. Aunque siempre estuvo por delante en las encuestas, es claro que el candidato de la extrema izquierda en Colombia tiene un techo que no es capaz de superar. Eso quedó ratificado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, el 29 de mayo, cuando Petro logró el 40,33%.

Las encuestas acertaron su resultado en la primera y no le dan muchas posibilidades para una segunda vuelta. El contrincante de Petro, en cambio, el empresario Rodolfo Hernández, tiene las de ganar.

En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, Rodolfo Hernández pasó a segunda vuelta con el 28,15% de los votos, unos 5 millones 953 mil. Sorpresivamente, quien se perfilaba como el principal contendor de Petro y tenía el respaldo de las grandes maquinarias políticas del país, Federico Gutiérrez, logró el tercer lugar, quedando fuera de la segunda vuelta. Pero su resultado no es nada despreciable: el 23,92%.

Una operación simple de matemática ya le da la presidencia a Rodolfo Hernández. Si sumamos sus votos con los de Federico, Hernández logra más del 50% y se convierte en presidente de Colombia. Claro, esto no es así de fácil.

Hernández es un outsider difícil de someter al maniqueísmo de izquierda y derecha. Aunque es un empresario y ha sufrido en carne propia la maldad de la guerrilla de la que, en cambio, proviene Petro, Rodolfo Hernández plantea propuestas tanto sociales como económicas que disienten de la derecha política, el conservadurismo o el uribismo. En ese sentido, Hernández es el candidato ideal, no solo para concentrar los votos de la socialdemocracia moderada, el supuesto centro y los anti-uribistas-pero-no-petristas, sino para arrebatarle votos a Petro. Siendo él la alternativa democrática a un proyecto tan peligroso y temible como el de Petro, es casi automático que todos los que apoyan a Uribe también apoyarán a Rodolfo.

Antes del 29 de mayo Rodolfo Hernández era poco conocido y casi todos lo subestimábamos. Muchos asumimos que, aunque lograría una importante votación en la primera vuelta, jamás pasaría a segunda. Pero no fue así, afortunadamente —porque para Federico Gutiérrez hubiera sido mucho más difícil capitalizar todos los votos de Hernández. Una vez pasa a segunda vuelta, todos los reflectores apuntan a Rodolfo Hernández. Esto era un peligro. El gran riesgo entre el 29 de mayo y la segunda vuelta, el 19 de junio, era que Hernández, conocido por su poca corrección política, su impertinencia y volatilidad, perdiera votos.

Antes de la primera vuelta, Hernández era conocido como el candidato que cuando era alcalde de Bucaramanga le pegó una cachetada a un concejal, el de las declaraciones polémicas sobre las mujeres y el viejito de las malas palabras. Cuando queda claro que será el contrincante de Petro, muchos asumimos que nos tocaría votar por él, pero a regañadientes.

Sin embargo, estos días de campaña en la que todo el país ha estado atento de Hernández, el candidato no solo ha evitado cometer errores, sino que se ha perfilado como una opción honesta, sensata, institucional y mucho más decente que Petro.

Hernández se ha consolidado como un candidato pragmático, que no le importa ni se atiene a los debates ideológicos y que hará en Colombia lo que haya que hacer para resolver los temas de pobreza, inseguridad y pesadísima carga tributaria. Ha logrado desmontar las acusaciones de misógino y homófobo. Y, sobre todo, ha hecho una campaña en torno a sus propuestas, a diferencia de Gustavo Petro, cuyo equipo ha llevado a cabo una de las campañas más sucias en la historia reciente de Colombia —empezando por todos los ataques contra Rodolfo Hernández y su hija asesinada por la guerrilla.

Aún hay muchos colombianos que, aunque desprecian a Petro, no están convencidos de votar por Rodolfo Hernández. Reconozco que no es el candidato ideal, pero, en esta contienda, es, sin duda, el mejor candidato. Al menos Rodolfo Hernández garantiza que en cuatro años habrá elecciones —porque él, con 77 años, no “aguantaría otro período presidencial”, como le dijo al periodista Jaime Bayly en tono burlón.

La campaña de Gustavo Petro ya no le apuesta a sumar votos, porque probablemente ya no puede. En cambio, le apuesta a restarle votos a Rodolfo Hernández, colando la idea de que, la persona descontenta, debe votar en blanco.

Gustavo Petro va a perder en las elecciones presidenciales si todos los colombianos votan, porque él ya llegó a su techo. Aunque su votación en la primera vuelta fue alta, ya él no tiene de dónde más sacar votos. En cambio, aunque Rodolfo Hernández apenas logró un 28% en la primera vuelta, tiene más de dónde crecer. Y ha crecido bastante, como indican las encuestas, que incluso lo anuncian como ganador.

Quien vote en blanco en estas elecciones podrá estar protestando. Pero ese gesto de protesta, quizá justificado, podría terminar entregándole el poder a un peligroso extremista que ha dicho que su proyecto político necesitaría más de 12 años para concretarse. La democracia es lo que está en juego, y está en manos de los colombianos. La única forma de resguardarla es votando, y que todos lo hagan por un candidato.

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