«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Es la vicepresidenta electa del país

Villarruel: hija de militar y defensora de la verdad histórica sobre los terroristas izquierdistas en Argentina

Victoria Villarruel. Twitter

Los argentinos eligieron el pasado 19 de noviembre no sólo al presidente de la nación, sino también al vicepresidente. En la papeleta, junto a Javier Milei, estaban el nombre y la fotografía de la abogada Victoria Villarruel, de 48 años de edad. Su mandato tendrá efectos en un asunto básico de la guerra cultural: la memoria histórica.

Hasta ahora, Milei es el que ha recibido la mayor cantidad de insultos de los zurdos, tanto argentinos como españoles, pero a partir de la toma de posesión del 10-D parte de los cañones se dirigirán a Villarruel, que hasta ahora ha tenido menor atención. Villarruel ya ha sufrido varios ataques que, con la táctica de la izquierda, se dirigen más a la persona que a sus ideas. En septiembre, El País tituló así un perfil dedicado a la abogada y diputada federal: «El ariete de Milei que reivindica la dictadura y se opone al aborto y las bodas gay».

Pero no dejan de sorprenden los recibidos por parte de esa prensa que lee la derecha pero que no es de derechas, como ocurre con VOX. La Voz de Galicia la definió como «la número dos de Milei que le hace parecer moderado» y El Mundo publicó un teletipo de EFE en el que le reprochaba que asista a misa en latín y se oponga al aborto, y le llamaba «negacionista» de la versión canónica impuesta por el peronismo de los Kirchner sobre el terrorismo de la extrema izquierda y su represión en los años 70 por gobiernos civiles y militares.

Los Kirchner, Cristina y su marido Néstor, que fue nombrado presidente en 2003, no hicieron nada contra la dictadura militar (1976-1983), salvo enriquecerse en esos años. Para legitimarse y acorralar a sus adversarios apoyaron la versión de la extrema izquierda sobre las bandas terroristas que asolaron Argentina en los años 70, los montoneros, también nacidas en el peronismo; el comunista Ejército Revolucionario del Pueblo y la represión estatal realizada por gobiernos civiles y militares. Para ello no hubo una guerra entre esos terroristas y los militares, sino un genocidio realizado por extremistas de derecha contra unos muchachos solidarios y demócratas.

Así, se ha convertido en una cifra inamovible el número de 30.000 desaparecidos asesinados, que un antiguo montonero, Luis Labraña, reconoció haberse inventado. La cantidad verdadera, recogida por la CONADEP, instituida por el presidente Raúl Alfonsín, se sitúa en unos 8.000, entre los que se incluyen terroristas asesinados por sus compañeros. También desde entonces los Gobiernos peronistas han promovido parques y lugares de la memoria en los que ha colaborado el macrismo de Juntos por el Cambio.

Las víctimas de los terroristas de izquierda

Villarruel, nieta e hija de militares, fundó en 2006 el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y su Víctimas (CELTYV). La asociación ha organizado numerosos homenajes a las víctimas del terrorismo de izquierdas que no tienen ni recuerdo, ni homenajes ni indemnizaciones. Igualmente recopila datos de estas personas —más de 17.000—.

El último, por ahora, de los homenaje a esas víctimas ignoradas y despreciadas por el Estado argentino lo realizó Villarruel en septiembre pasado en el Parlamento de la Ciudad de Buenos Aires. Y el día de la votación de la segunda vuelta, los activistas de izquierdas empapelaron el colegio electoral correspondiente a Villarruel con carteles en recuerdo a esa cifra irreal de 30.000. La abogada replicó: «Es la primera vez que la hija de un militar llega a ser vicepresidente. No sé qué les puede molestar cuando ellos han tenido hijos de terroristas y terroristas en cargos de gobierno».

Según la Constitución argentina, Villarruel va a ocupar los cargos de vicepresidenta y de presidenta del Senado —donde los peronistas tienen la mayor bancada—, y quizás Milei le encargue otra tarea de gobierno. A la vista de su compromiso político en los últimos años, en Argentina la izquierda sufrió el 19N una derrota política y, sobre todo, una derrota de su falso relato histórico.

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