Tengo muy escasa simpatía por el obispo de Almería. Y me parece que exagero con lo de escasa. Como él me corresponde con la misma no me siento nada incómodo ante el recíproco desdén. Me parece chulo, pagado de sí mismo, creído, pésimo obispo de Ávila y mediocre de Almería. En la diócesis castellana no se rodeó de nadie y tuvieron que sacarle escopetado porque nadie le podía ver. Y en Almería se rodeo de lo peor, en mi pobre opinión. Allí algunos le pueden ver pero pocos. Algo aprendió de su desventurado paso por Ávila y ya no es objeto del odium plebis como lo fue allí. Pero afectos, contadísimos.
Tiene sin embargo, no me duelen prendas reconocerlo, buena inteligencia teórica, aunque tampoco sea una lumbrera teológica. Entre sus colegas está a un nivel diríamos que alto. Y de buena teología. Posiblemente ahí esté la fuente de su fracaso pastoral. Se mira al espejo y se dice: Mecachis, qué guapo soy. y no entiende como no se lo reconozca todo el mundo. Y se cabrea con el mundo por no apreciar tan excelsas cualidades como las que juzga de su persona.
Acaba de publicar unas instrucciones litúrgicas a su clero que como teoría están muy bien. De lo mejorcito que he leído al respecto:
Si es que lo que González Montes hace como profesor no está mal. Es un teólogo competente y además ortodoxo. Sus carencias son relacionales. Y: en un obispo se nota mucho.