«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Ahora son los PP. Paúles los que se van de Murguía (Alava)

En esta sangría sin fin, demostrativa de la ruina que son hoy las órdenes y congregaciones religiosas, masculinas y femeninas, en España, toca a Murguía decir adiós a los Paúles. Tras 126 años abandonan aquella localidad.

http://pauleszaragoza.org/eucaristia-de-despedida-de-la-comunidad-de-murgia/

Es una tragedia para la Iglesia y para los pueblos que se abandonan que se intenta ocultar por todos los medios. Nos vamos de todos lados pero que nadie se entere. Algo muy parecido a esas familias que fueron muy ricas y se han arruinado que por un tiempo pretenden aparentar que siguen nadando en la abundancia. Aunque ya no pagan en ningún sitio.

Eso es imposible ocultarlo mucho tiempo. El carnicero, el pescadero, el panadero, el peluquero… ven que la deuda crece por días pero en la esperanza de cobrarla, callan. Hasta que llega el momento en que dicen a los arruinados, se acabó. Y entonces ya largan lo que hasta el momento habían ocultado. Y todo el mundo se entera de la ruina familiar.

Si la Iglesia hiciera pública la lista de localidades abandonadas por sus religiosos, hombres y mujeres, nos quedaríamos asombrados y los católicos horripilados. Pero nada hay que esperar por ahí. Se trata de ocultar un descalabro de proporciones colosales. Que dejaría a no pocos con sus vergüenzas al aire. Como queda el gerente de una empresa antes floreciente a la que llevó a la ruina. La anunciada primavera posconciliar terminó siendo un cruelísimo invierno que no está dejando vida religiosa. Por mucho que mientan o callen. Los religiosos, con contadísimas excepciones, desaparecen de España. Y lo verdaderamente triste es que tal vez sea para bien. Se adoptó un modo de vida, distinto del llevado hasta entonces y que había dado óptimos resultados, con el que se prometió el cielo en este mundo y lo que ha llegado ha sido la muerte. Así de duro pero también así de claro.

Algunos anunciamos hace ya muchos años este fatal desenlace. Se entiende que entonces muchos no lo quisieran ver. Éramos profetas de calamidades que no llegarían. Pues ahí están. En la vida religiosa todo se derrumba, todo se muere. Eso que tal vez entonces era sólo un vaticinio agorero hace ya mucho que se convirtió en trágica realidad. No entraba nadie y se salían muchísimos. Recientemente ha habido un cambio en la situación. No tengo el menor problema en reconocerlo. La situación ha cambiado, no es la misma. Ahora no entra nadie tampoco y se mueren muchísimos. Pues para el saldo final me da lo mismo o lo mismo me da.

Visto el fracaso al que los superiores llevaban había que buscar otro camino. Tal vez no exactamente el anterior pero el adoptado había que abandonarlo cuanto antes. No se hizo. Y así estamos. Hoy los Paúles se van de Murguía. Y en los próximos meses muchos y muchas más se irán de otros sitios. En los que ya ni se oirá la campana de la iglesia. Pueblos sin misas, sin confesiones llevaban mucho tiempo porque muchos de estos no confesaban, muertos sin sacramentos y de bautizos y bodas no digo nada porque a los niños se les mata antes de nacer y hoy ya no se casa nadie.

Se van los Paúles de Murguía. Y al ver la fotografía no se tiene la menor duda de que son ancianos pero ¿son también paúles? O cuatro abueletes que han salido de echar la partida de mus del centro de la tercera edad. Y los superiores serán más jóvenes pero no menos deplorables en su ocultación de su estado religioso.

Visto lo visto, el sentimiento por la marcha de unos religiosos de un pueblo de España se diluye mucho. ¿Esos son los paúles? Pues a la m los paúles y su madre general. Perdón, y su padre general.     

 

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