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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Más, y no bueno, sobre el arzobispo Cupich

Lo recojo de Wanderer, importante web argentina. Ciertamente poco bergogliana. No es la única en aquel país. 

Pues esto nos dice del recién nombrado arzobispo de Chicago, y seguro que futuro cardenal:

«Hace pocos días se conoció la nominación de Mons. Blase Cupich, un oscuro obispo de una diócesis perdida del estado de Washington, para la sede de Chicago, ocupada hasta ahora por el cardenal George, conocido por sus posturas conservadoras.
Se especulaba que ese iba a ser el lugar del exilio del cardenal Burke, prefecto de la Signatura Apostólica, y de quien Francisco quiere desembarazarse cuanto antes, de la misma manera que envió al cardenal Cañizares a la sede de Valencia (aunque se esperaba que ocupara la de Madrid).
¿Por qué Cupich en Chicago? Sencillo. Porque Cupich es un retoño de Bergoglio. ¡Malditas sean las crías de ciertas alimañas! Y aquí van algunos datos: cuando la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos se embarcó en la denominada “guerra cultural” contra el gobierno de Obama, fue este obispillo uno de los pocos disidentes de esta política. Por ejemplo, en 2010, los obispos americanos adoptaron una clara posición contraria a la ley de salud pública promulgada por el gobierno que, entre otras cosas, obligaba a los hospitales católicos a implementar métodos anticonceptivos. Cupich aclaró que él no se opondría a esas prácticas sino que apostaría a profundizar el diálogo con el gobierno. Cuando los obispos se opusieron abiertamente a la posibilidad del matrimonio sodomita, el Bergoglito yankee sacó una carta pastoral declarando que estaba mal “incitar la hostilidad hacia las personas homosexuales y promover una agenda que lesionara la dignidad de la humana”. También, frustró varios actos y demostraciones pro-vida en su diócesis, ordenándole a sacerdotes y seminaristas no ir a rezar frente a las clínicas donde se realizan abortos, ya que esas son “acciones inútilmente provocativas”. Finalmente, de un documento escrito en junio último por Mons. Cupich, puede sacarse en limpio la cruzada pro-vida que debe sostener la Iglesia católica debe ser amplia: servir a los pobres y marginados, cuidar el planeta y alertar sobre las distorsiones de la economía.
Todas estas palabras palabras y medidas nos suena mucho a los argentinos: son, sin más, lo mismo que hizo Bergoglio mientras fue arzobispo de Buenos Aires».
Pues como para alarmarnos con este Cupich
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