Debe creerse que todos somos como él
Acaba de hacer una declaraciones para retrasados. Tal vez por aquello de que el bobón cree a todos de su condición. ¿O no era así el refrán?
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Que 21 miembros de un instituto, que no llegan al diez por ciento de los miembros del mismo pidan una visita apostólica no parece una cifra muy significativa. Pero no discutimos aquí la visita. Tras ella, el franciscano gallego que recibió su orden franciscana hecha unos zorros y la dejó igual que se la encontró o peor, nos dice que la mayoría de la congregación reclamó al visitador un capítulo extraordinario o un comisario apostólico. Pereo no nos dice para qué. Tal vez para librarse de los 21. También pudiera ser que por otros problemas más o menos graves del instituto.
Eso no casa con la petición de creo recordar de casi trescientos Franciscanos de la Inmaculada para que les libren de Matapelo y Chámame Pepe y los integren en Ecclesia Dei. Ese sí que es un número significativo y a quienes no escucha nadie y no la ridícula cifra de 21 a quienes se apresuraron a atender.
Vino luego la elección del comisario, el Volpi de las Zorreras, claramente alineado con la minoría descontenta y partidario de unos procedimientos más propios de campo de concentración que de conjugar el verbo misericordiear.
Han pasado ya muchos meses de dictadura y nadie sabe que pasaba en los Franciscanos de la Inmaculada. ¿Dilapidaban el dinero? ¿Era aquello un nido de homosexuales? ¿Estaban abarraganados la mayoría de los frailes? ¿Profesaban herejías? ¿Abusaban de menores o mayores de un sexo o de ambos? En la Iglesia ya todos estamos curados de espanto y si hubiera algo de eso se dice, se expulsa a diez o a cien y fin del problema. Y si todos estuvieran implicados se disuelve la congregación. Por mi parte ni la más mínima protesta. Aplauso cerrado.
Pero nada de eso ha trascendido. Y no poco de eso está ocurriendo en órdenes y congregaciones sin que esos dos genios de la inutilidad hagan nada para corregirlo. Ni visita apostólica, ni comisario pontificio ni na de na. La Forcades sigue, Masiá sigue, los escándalos sexuales siguen hasta que no saltan a la prensa e o Pepe encantado de que o chamen así y Matapelo esperando que lo confirme el Papa en un cargo que le viene grandísimo o que le dé una patada en salva sea la parte que le haga cruzar el Atlántico sin necesidad de avión hasta alguna archidiócesis brasileña. Y el Volpi de las Zorreras conjugando todos los días las primeras personas del singular y el plural del verbo periférico, no digo perifrástico, nomisericordiear.
Y ya para rematar el sinsentido de ese genio capuchino, un castigo general que no viene a cuento pero que indica clarísimamente cuales son sus prejuicios eclesiales. Prohibición general de celebrar la misa tradicional salvo expresa autorización mía. Que en un rasgo de generosidad verdaderamente misericordieante ha concedido a media docena, tal vez a una docena, de los frailes.
Pues todo eso, tan sucio, tan bajo, Chámame Pepe, no lo ha explicado usted. Sigue hundido en el fango de la ignominia. Y mientras tanto a parir memeces como la de la cotolaya. No se extrañe pues que pase a ser Chámame Pepe da Trapallada Carballeira.