Televisión Intereconomía me ha ofrecido un espacio semanal en El gato al agua. Que se inaugura la noche de este viernes y, si me aguantan, volverá en los sucesivos. Acepté encantado. Ya los televidentes varán con qué resultado. Me temo que seguiré tal cual soy: deslenguado, irrespetuoso, independiente y sostenedor de mis ideas. Que para eso son las mías. A los que molesto en el Blog también les molestaré en televisión. Pero creo que he dejado sobrada constancia de que me la refanfinfla. Es más, hasta me divierte exasperarles.
Yo no soy la voz de la Iglesia. No la comprometo. Sólo a mí. En ocasiones estaré equivocado y en otras acertado. No me siento investido de infalibilidad. Si se me advierte de un error lo rectificaré sin el menor problema. Pero de un error. No de una opinión que a alguno desagrade. Es imposible agradar a todos. Y jamás lo he pretendido. Si fuera posible, y me explican cómo, intentaré enlazar mis intervenciones en el Blog para conocimiento de los lectores a quienes no les sea posible acceder al programa y para recibir los comentarios que queráis hacer.
Yo no marco los temas. Es más, ni conozco los que Javier Algarra me propondrá esta noche. Trataré de responderlos sine ira et studio. O cum ira si se requiriera.
Pues esperemos a ver lo que sale. Sal y pimienta creo que no faltarán. Ni picotazos. Qué España y yo somos así, señora. Y modosito, no sé serlo. Ni quiero. Ya tenemos demasiados modosos para ir a incrementar sus filas. Y no nos va bien con tanta modosidad.
A quienes esta noche me vean, desde aquí un saludo. A los amigos y a los enemigos.