Parece que sí
No soy lefebvrista. Creo que monseñor Lefebvre tenía razón en muchas cosas y no la tenía en algunas. Eran importantes aquellas en las que tenía razón y también en las que se equivocaba. Y entre estas últimas, la más grave, fue introducir un cisma en la Iglesia católica.
No estoy dando a la palabra cisma un sentido técnico. Simplemente el de separación. Y separados están de la disciplina de la Iglesia. Y en algunos lefebvristas muy gravemente. En otros, y son los que más conozco y tengo por algunos un gran afecto personal, la cuestión es más confusa. Se sienten Iglesia católica pero el desmadre indudable que se ha vivido en ella y que todavía continúa les ha hecho refugiarse en un ghetto que les parece seguro para vivir en él sus profundos sentimientos católicos. Su mayor deseo es que la Iglesia se purificara de tanta corrupción, ideológica y moral, que en no pocos es evidente, y poder vivir en ella sus fidelidades, que en buena parte comparto, en comunión con el Papa y la inmensa mayoría de los católicos. Deseaban fervientemente que la reconciliación que pareció tocarse con Benedicto XVI llegara a puerto y lamentaron el fracaso del intento. No es una elucubración mía. Lo he oído de su boca. Calificar de cismáticos a esos lefebvristas, tanto en el sentido técnico como en el más edulcorado sería seguramente excesivo. Reclamaban, creo que con razón, seguridades para su opción eclesial y otras objeciones: Concilio, misa, ecumenismo, libertad religiosa, colegialidad siempre creí que con algo de buena voluntad por todas las partes eran salvables. Aunque por parte del lefebvrismo, en el intento de justificar su situación, las hubieran magnificado de tal modo que podrían parecer muros infranqueables.
Un Concilio del que monseñor Lefebvre fue padre conciliar, firmó sus documentos, no se quiso dogmático y no impone a nadie creer que todos sus párrafos, incluidos puntos y comas, son infalibles, intocables y no admiten la menor crítica. Lo de una misa herética sólo puede caber en mentes que adolecen de graves problemas y que echaría por tierra la indefectibilidad de la Iglesia y las mismas palabras de Cristo. Un ecumenismo que lo quiere el mismo Dios y que nada tiene que ver con no pocas estupideces ecuménicas. Una libertad religiosa que practicó siempre la Iglesia que no permitía ni bautizar a un niño contra la voluntad de sus padres, prohibía las conversiones forzadas y permitía sinagogas en la Roma que gobernaban los Papas.Y una colegialidad que siempre practicó la Iglesia en los Concilios Ecuménicos y en los innumerables concilios y sínodos nacionales o metropolitanos. Y que a los cincuenta años de proclamarse no ha supuesto la menor merma del ministerio petrino.
Pero no es a eso a lo que quería ir. Lo que estamos viendo y lo que quería exponer es el cumplimiento de una verdad axiomática. Que el cisma llama al cisma. Uno de los cuatro obispos ordenados por monseñor Lefebvre está ya fuera de la obediencia lefebvrista. Y es constante el goteo de sacerdotes de la Fraternidad a posiciones sedevacantistas, a lo que parece está organizando el obispo Williamson, próximo al sedevacantismo si todavía no ha llegado a él, y a la reintegración en la Iglesia católica. Tal vez sea prematuro hablar de caos en el lefebvrismo pero todo parece apuntar que va hacia él.
Os dejo una noticia de una página nada romana. Que refiere lo ocurrido en Bogotá dentro de la Fraternidad de San Pío X. Y hechos como esos creo que se van a multiplicar.
http://radiocristiandad.wordpress.com/2014/01/17/alejandro-bayer-opina-sobre-los-hechos-de-la-fsspx-bogota/
Se habla también de que Williamson tiene el propósito de nombrar un nuevo obispo. Con lo que volvería a estar excomulgado. Y además, dado que ya no es un joven, no tiene otra salida si quiere que su intento no se muera con él. Porque acudir a un obispo de la línea vietnamita o de la de Milingo no diferenciaría aquello mucho del Palmar de Troya.
El papel de monseñor Fellay está siendo sumamente criticado y hasta se le denomina por algunos, jugando con su apellido, Felón. Siempre he dicho que me parecía que representaba la parte más sana del lefebvrismo por lo que no sería bueno que perdiera toda credibilidad de aumentar la sangría de efectivos sacerdotales que comienza a producirse.
Y además los nuevos institutos tradicionalistas que han surgido en el seno de la Iglesia católica y están conociendo un incremento muy notable de vocaciones y fieles, si Roma no acaba con ellos, y pido a Dios fervorosamente que no sea así, van a reducir de modo notable la llegada de efectivos al lefebvrismo. Porque los fieles de sensibilidad tradicional encuentran en ellos lo que hace unos años sólo encontraban en la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X. Y muchos jóvenes atraídos por esa sensibilidad al sacerdocio dejaran de ir a la Fraternidad con su vocación sacerdotal.
Esperemos que Roma no ponga obstáculos a esos católicos y que lo más sano del lefebvrismo encuentre una acogida eclesial que ponga fin a ya demasiados años de desencuentro. Y los que son ya verdaderamente cismáticos, que los hay, monten el chiringuito que quieran. Que a ver lo que les dura.