Una vez más en el Blog el elogio de Germinans. Verdadero notario del acontecer eclesial en Cataluña. Quien quiera saber lo que allí ocurre en la Iglesia necesariamente ha de acudir a sus páginas. Porque en otros medios se oculta deliberadamente el tremendo hundimiento de la misma. No es fenómeno nuevo ni único. La crisis eclesial, inmensa, pero en algunos lugares, Cataluña entre ellos, mucho más inmensa que en otros, no existe para la Iglesia ni para quienes se ocupan de ella. Desde la afinidad o el enfrentamiento. Ocurre igual que con la vida de órdenes y congregaciones religiosas. Se mueren pero nadie dice nada.
De ahí la importancia de esa web que nos muestra la trágica situación de aquella Iglesia sin silencios, disimulos o paños calientes. Cataluña, religiosamente, está como se dice en Germinans. Agonizante. Y como es una página absolutamente eclesial no hay el menor regodeo en sus análisis. Simplemente dolor y ansias de resurrección.
Hoy os recomiendo la lectura del último artículo de Antoninus Pius que refleja exactísimamente aquella realidad:
http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2014/02/cataluna-es-la-ultima-en-aportacion.html
Se hizo, durante muchos años, lo que no se debía y los resultados son los que cabía esperar de un suicidio programado. Todavía no está muerta la religiosidad en Cataluña pero se avanza a ello con pasos agigantados. Y hoy están peor que ayer pero mejor que mañana. Cuanto más tarden en reconocerlo como Iglesia, y en rectificarlo, menos posibilidades de supervivencia, de mínima supervivencia, tendrán.
Como a Dios no se le mata, y si se le mata resucita, empiezan a notarse ahora mínimas muestras de recuperación. Desgraciadamente extraoficiales. Sin el menor apoyo de quienes deberían volcarse en ellas. Ya es algo poirque hasta hace muy poco no había ni eso. Si alguien apuntaba algo en esa línea era inmediatamente aplastado por la organización. Desgraciadamente creo que las penosas cifras de la catolicidad catalana todavía no han tocado fondo. Se descenderá más. Pero ya hay algo positivo que comienza a brotar. Con indignación de los responsables de la catástrofe. Pero cada vez esos son menos y más viejos. Estamos ante unos años de maravillosos y numerosos funerales. Cada vez más vacíos. Porque los suyos, la gran mayoría, ya no están ni para enterrar a sus muertos. Y muchísimos ya ni siquiera están.
¿Y quién se acuerda ya de Jubany, Pont, Torrella, Guix, Camprodón, Deig, Soler, Tena, Carrera, Escarré, Just, Xirinacs, Llimona, Fullat, Batlle. Bonet, Totosaus…? No han dejado nada. Porque el desierto es la nada. Ese es su legado. La muerte del catolicismo catalán.