Del que se saldrá aunque no se sepa cómo ni cuándo
La Iglesia española está en días de interrogantes y rumores. Quien la dirigió con mano férrea durante cuatro mandatos de tres años, con un breve intermedio que fue la presidencia de la Conferencia Episcopal que por un trienio desempeñó Blázquez, entonces obispo de Bilbao, fue el cardenal arzobispo de Madrid, Rouco Varela. Nadie anteriormente fue elegido en cuatro ocasiones para representar a la Iglesia española como presidente de sus obispos. Tarancón, que es quien le sigue, fue elegido en tres ocasiones.
Relevo pues en esa presidencia y con fecha fija: abril de este año. Y ese cambio coincide con el que ocurrirá en la diócesis madrileña, que Rouco regirá casi veinte años, pues el arzobispo de Madrid hace ya casi dos años y medio que presentó al Papa la renuncia de su diócesis al cumplir los 75 años.
Desde que se eligió Papa a Francisco no cesaron los rumores sobre el inmediato cese del arzobispo de Madrid. Afirmándose su nula sintonía con el nuevo Pontífice. Tan inmediata era la sucesión madrileña que incluso ocurriría en la primavera pasada. Pero pasó ésta, y el verano, y Rouco seguía en su cargo. Del otoño no pasa, se aseguró en numerosos medios. Y también pasó. Por último, inasequibles al desaliento, ya dieron fecha segura. Posiblemente antes de la misa de la Familia del 29 de diciembre y si no, el 30 o el 31 de ese mes con toda certeza. Y ya estamos acabando enero sin novedad. Esta cigüeña lleva meses asegurando que el relevo sería en 2014. En él estamos ya. Y que no ocurriría antes de la Plenaria de abril que necesariamente tiene que elegir un nuevo presidente de la Conferencia Episcopal pues por los estatutos de la misma no cabe un tercer mandato consecutivo. Y me mojé más. Al decir que no creía que el cese en la presidencia fuera simultáneo, o casi, con el del arzobispado. Que más bien lo creía en junio, julio o septiembre. En el año ya he acertado. Veremos si también se cumple mi pronóstico. A un amigo que me aseguraba que el 1 de enero ya tendríamos nuevo arzobispo le dije que había Rouco para 1 de enero, 2 de febrero, 3 de marzo, 4 de abril, 5 de mayo, 6 de junio y 7 de julio, San Fermín. A ver si acierto. Y si no acertara me habría acercado mucho más que quienes daban por hecho el relevo en el mismo abril del año pasado.
A la sucesión de Rouco en Madrid se une la de Sistach en Barcelona pues el catalán hace ya casi dos años que también presentó la renuncia por haber cumplido los 75 años el 29 de abril de 2012. Con lo que las dos diócesis más importantes de España están en veremos. Con lo que es inevitable que se desaten rumores y cábalas.
Si a ello unimos que muchos de los cabalistas tienen un más que notable desconocimiento de lo que se cuece, el despiste que se está creando al personal es mayúsculo. Hemos aludido ya a los mil vaticinios sobre el inmediato relevo de Rouco, hasta el momento todos desmentidos por la realidad. No cabe duda de que si siguieran en esa línea,diciéndonos todos los días que la sustitución es inmediata, alguna vez acertarán. Aunque sea con un año o más de retraso. Pero hay muchos más errores que los de la fecha.
Ayer leía en Voz Pópuli, la siguiente perla: «El papa Francisco ya mostró su voluntad de imprimir nuevos aires en la Iglesia española con el nombramiento del sacerdote José María Gil Tamayo como portavoz de la Conferencia en sustitución del jesuita asturiano monseñor Martínez Camino». Pues ni el Papa Francisco ha mostrado voluntad alguna ni el nombramiento de Gil Tamayo ha sido cosa del Papa sino de la pasada Plenaria del Episcopado. Y la mayoría de obispos que votó al sacerdote extremeño lo hizo sin recibir la menor indicación del Papa.
La única voluntad cierta del Papa sobre la Iglesia española ha sido la creación como cardenal del arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián. Todo lo demás son conjeturas o deseos. Y el cardenal Sebastián tiene de aire nuevo lo que yo de joven revolucionario. Nada. Es uno de los obispos hoy más tradicionales de España. Basta para comprobarlo la reacción indignada de lo peor ante todas sus declaraciones con motivo de su nombramiento como cardenal.
Otra barbaridad que hoy me encuentro en El Confidencial y que también contribuirá a la confusión de los lectores que en general saben todavía menos que estos eclesiólogos aficionados de notable ignorancia. Habla de la posible sustitución de Rouco por Cañizares y de éste último dice que «fue destituido por Francisco como prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos». Pues eso sí que es una primicia. Y falsa de toda falsedad porque Cañizares a las 10 horas de hoy sigue de prefecto de ese dicasterio.
Entra después en las quinielas sobre el próximo presidente de la Conferencia Episcopal. Y señala como candidatos destacados al arzobispo de Valladolid, Blázquez y al castrense del Río. El primero me parece muy posible y al segundo no le veo posibilidades salvo que fuera por carambola. Me explico:
Blázquez de nuevos aires no tiene nada. Ya fue por un trienio presidente de la CEE y acreditó su nulidad. Es una buenísima persona, teólogo ortodoxo, pero tiene menos arranque que una tortuga coja. Tímido, introvertido, de escasa voz, con nulas dotes de mando y escasísima presencia… Sin embargo de lo dicho me inclino por considerar que tiene muchas probabilidades de ser el próximo presidente de los obispos. El 13 de abril cumplirá 72 años por lo que lógicamente le cabe sólo un mandato y sería un presidente de transición que no molestaría a nadie. Casi inexistente. Y es muy posible que después de Rouco los obispos quieran a alguien sin personalidad a la espera de que se decanten otros candidatos que le puedan relevar en 2017, año en el que presentará al Papa la renuncia de su archidiócesis. Además no tiene enemigos, es querido de todos y también puede pesar el feo que le hicieron cuando tras su primer mandato no fue reelegido sino que se prefirió a Rouco. El vicepresidente con él, en su anterior etapa lo fue Cañizares, a nada que se luzca y no dé coces a sus hermanos, puede ser un firme candidato para la presidencia en 2017.
Juan del Río es la antítesis de Blazquez. Simpático, extrovertido, haciéndose notar en donde esté, inteligente, sin duda, brillante incluso, ciertamente daría un nuevo aire a la Conferencia Episcopal. Pero le veo un inconveniente de muchísimo peso. Me parece imposible que pueda ser presidente de los obispos el único obispo, aparte los auxiliares, que no tiene diócesis territorial. Y que además tiene, por razón de oficio, una vinculación muy especial con el Gobierno de la nación. Y no creo que haya ninguna conferencia episcopal en el mundo que esté presidida por el ordinario militar. Por eso hablaba de una carambola. Si Osoro viniera a Madrid y del Río pasara a Valencia, o Don Juan fuera quien sucediera a Rouco, las dificultades que hoy le encuentro como castrense desaparecerían. Pero dudo mucho que eso pueda producirse antes de la próxima plenaria.
También citan a Don Carlos como posible presidente. No tiene el inconveniente que le veo a Don Juan. Y también le cuadran las cualidades que he señalado en el andaluz. Simpático como pocos, extrovertido, activísimo, con notable presencia donde se encuentre… Pienso, puedo estar equivocado, que la elección de Gil Tamayo se debió en buena parte al tandem Osoro-del Río. Y esa elección dejó heridas. Me parece muy posible que los contusos den antes su voto a Blázquez que a quienes lograron la que fue una evidente derrota del cardenal de Madrid. Pero eso es ya elucubración mía.