No es de mi autorĆa. Me lo envió un amigo.
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RESUMEN EXPLICATIVO DE LA VISITA APOSTĆLICA
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Oficialmente, el Nuncio Apostólico en Paraguay avisó en conferencia de prensa el 2 de julio de 2014 que la Diócesis de Ciudad del Este recibirĆa una inminente Visita Apostólica Ā«a fin de ofrecerle una asistencia para el bien de aquella Iglesia particularĀ». Oficiosamente, los medios de prensa dijeron que se trataba de una verdadera Ā«intervención a la DiócesisĀ», es decir, de un proceso que culminarĆa, o con la renuncia, o con la destitución de nuestro Obispo y el stop a la obra que viene concretando.
Presentamos ahora un resumen explicativo que enmarca los hitos de esta coyuntura con sus hechos y documentos probatorios. Lo hacemos en el estilo llano y directo del Pueblo de Dios, y con la honestidad y transparencia a la que nos tiene habituados Mons. Rogelio.
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Ćndice
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Los capĆtulos de esta historia
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5. NUEVOS SEMINARIOS PARA EL TERCER MILENIO
7. El PADRE CARLOS URRUTIGOITY
12. QUE LA HISTORIA NO SE REPITA
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Ā 1. LUGO Y LIVIERES
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El Obispo paraguayo mĆ”s famoso, sin duda, es el Ā«padre-ObispoĀ» Fernando Lugo, Ā ex-Presidente de la RepĆŗblica. Asumió como Presidente en agosto de 2008, luego de haber sido dispensado de sus obligaciones como consagrado y volver al estado laical. Fue destituido en 2012, tras un juicio polĆtico en el Congreso.
Lugo y la minĆŗscula pero inteligente izquierda del paĆs jamĆ”s habrĆan llegado al poder, derrotando al Partido Colorado, sin una alianza con la primera minorĆa, el Partido Liberal, y el apoyo masivo (expreso o tĆ”cito) de la Iglesia jerĆ”rquica. Desde hace dĆ©cadas, en Paraguay han sido sistemĆ”ticamente designados como Obispos sólo candidatos de cierta tendencia anti-Partido Colorado y, ademĆ”s, embebidos en una formación difusa en los derivados ideológicos de la TeologĆa de la Liberación.
Como toda regla, tuvo su excepción: Mons. Livieres alzó la voz (muy pĆŗblicamente) para oponerse a la candidatura de Lugo, quedando asĆ como el Ćŗnico defensor de la postura del Vaticano. Las crĆticas que seƱaló fueron de dos tipos. Por una parte, se opuso a la confusión fundamentalista entre religión y polĆtica causante de que Lugo y tantos otros consagrados abandonaran sus compromisos evangĆ©licos para Ā«meterse en polĆticaĀ». Por otra, advirtió sobre la irresponsabilidad moral y administrativa del candidato, encubierta por tantos eclesiĆ”sticos y religiosos, pues Ā«todos sabĆanĀ».Ā
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2. LA «COMUNION ECLESIAL»
La polĆ©mica en torno a Lugo no fue la primera ocasión en que Mons. Livieres revolvió el Obispero. La acusación de que Ā«rompĆa con la comunión eclesialĀ» comenzó antes incluso de que pusiera un pie en la Diócesis y, por lo tanto, de que pudiera Ā«meter la pataĀ». Efectivamente, la Conferencia Episcopal escribió a san Juan Pablo II expresando su vivo desacuerdo con el nombramiento del nuevo hermano que ni siquiera habĆa estado en la terna de los candidatos, siendo Ā«impuestoĀ» por Roma. Algunos lĆderes laicos tambiĆ©n se hicieron eco de estas protestas. La Santa Sede no cedió. Y despuĆ©s, contra viento y marea, como la barca del Evangelio, sostuvo al nuevo Obispo en su gestión.
Pero la Conferencia Episcopal no olĆa tan mal. Definitivamente, Mons. Livieres, del Opus Dei, representaba una orientación eclesial distinta al fĆ©rreo modelo dominante. En honor a la verdad, hay que reconocer que Ć©l nunca pretendió imponer sus lineamientos pastorales a los otros Obispos. No tomó una actitud de contraposición sino de complementariedad enriquecedora de la Iglesia. (Con frecuencia, se confunde la unidad en la fe y el amor, la autĆ©ntica Ā«comunión eclesialĀ», con uniformidad impuesta.)
Un momento particularmente difĆcil para la convivencia episcopal se produjo con la filtración de una carta confidencial y personal que Mons. Rogelio entregara en manos del Papa Benedicto XVI, a pedido de Su Santidad, durante la visita ad limina. Como ocurriera despuĆ©s con el Ā«VatileaksĀ», fue filtrada a la prensa desde el mismo Vaticano (Āæpor algunos de los agentes que buscaron hacerle daƱo al Papa emĆ©rito?). La carta insistĆa sobre la necesidad, si se quiere de veras superar la crisis de la Iglesia, de elegir a los futuros Obispos entre los mejores candidatos desde el punto de vista de la vida de la fe y la idoneidad litĆŗrgica, sapiencial y de gobierno; y no entre aquellos Ā«aceptados por todosĀ» para mantener el statu quo.
El Obispo de Ciudad del Este, digno hijo de su padre exiliado seis veces por el gobierno militar de Stroessner, resultó ser un infatigable peleador por su libertad religiosa y la de sus fieles.
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Algunas noticias de la «comunión eclesial» vivida por nuestra diócesis:
1. Mons. Rogelio Livieres participa de la 193 ĀŖ Asamblea Plenaria Ordinaria de la CEP.
2. Mons. Rogelio Livieres asistirÔ a la toma de posesión del nuevo Obispo Castrense.
3. La Pastoral Social se une para ayudar a los mƔs necesitados del Chaco.
4. Mons. Rogelio Livieres recibió la visita de los miembros de la Pastoral Familiar Nacional.
5. Mons. Livieres participa de la Asamblea Plenaria Extraordinaria de la CEP.
6. Diócesis de Ciudad del Este serÔ la sede de la XIV asamblea nacional de la Pastoral Familiar.
7. Mons. Rogelio Livieres participa de la primera Asamblea Plenaria Ordinaria de la CEP.
9. Mons. Rogelio Livieres participa del retiro de los Obispos del Paraguay.
11. Mons. Livieres participa de la última reunión del año de la CEP.
12. Mons. Rogelio Livieres participarÔ de la primera reunión de la Conferencia Episcopal Paraguaya.
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3. LOS RELIGIOSOS
Los desencuentros se dieron también con la Conferencia de Religiosos del Paraguay. No se debieron a una incomprensión de la vida religiosa, que claramente ha fomentado Mons. Rogelio en su Diócesis, sino mÔs bien a la profunda crisis de identidad y disciplina que sufren muchas comunidades, especialmente de origen o formación europea.
Buena parte de los religiosos a nivel nacional se identificaron con la actuación de Lugo. AdemĆ”s, cuando se produjeron casos de agudas crisis sociales, como fue la masacre de Curuguaty en esta Diócesis, puntapiĆ© que precipitó la caĆda polĆtica del ex-Obispo, emitieron pronunciamientos y asumieron posturas en cierta disonancia con la fe. Citando al derecho canónico, Livieres prohibió so pena de sanciones la instrumentalización polĆtica o ideológica de la pastoral social. TambiĆ©n objetó una falsa Ā«pastoral indĆgenaĀ» que, en contraposición a los santos misioneros de tantos siglos, quiere impedir el derecho de los nativos a que se les predique la Buena Nueva del Evangelio.
Los numerosos sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos que el Obispo sĆ ha movilizado durante crisis sociales y catĆ”strofes naturales han intervenido con energĆa, pero siempre desde lo estrictamente espiritual y humanitario. El principio seguido ha sido sencillo: Ā«a Dios lo que es de Dios y al CĆ©sar lo que es del CĆ©sarĀ».
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Notas sobre la masacre de Curuguaty.
1. Carta abierta del Obispo de Ciudad del Este con motivo de los graves actos ocurridos en Curuguaty.
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Mons. Livieres animó a la ciudadanĆa de Curugaty durante la celebración EucarĆstica.
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Jefe de Relaciones PĆŗblicas de la PolicĆa Nacional recibió a la comitiva Diocesana de Ciudad del Este en el lugar de la tragedia armada.Ā
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Seis de los siete sacramentos fueron administrados durante las Misiones Juveniles Católicas.
8. Santa Misa por las vĆctimas de Curuguaty.
9. Misión en Curuguaty con administración de sacramentos.
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4. EL CLERO
Varios de los 16 sacerdotes diocesanos que encontró a su llegada Mons. Livieres tuvieron reservas frente a las nuevas lĆneas pastorales y a la renovación de la disciplina eclesial. La incomprensión llegó a tal punto que, con el sostĆ©n de algunos Obispos, 10 de estos sacerdotes escribieron al Papa Benedicto XVI pidiendo Ā«la intervenciónĀ». Pocos meses despuĆ©s, unos 150 sacerdotes del resto del paĆs, en su mayor parte religiosos, hicieron lo mismo. Fue el Arzobispo de Asunción, fino y distinguido opositor de Mons. Rogelio, quien acercó a Roma la protesta. El Papa, sin embargo, no respondió y, en cambio, sugirió a Mons. Livieres que era necesario Ā«formar un nuevo cleroĀ». La propuesta fue un sabio consejo: la inmensa mayorĆa del clero diocesano, ahora joven y numeroso (un poco mĆ”s de 70), sienten al Obispo como a su Padre, lo ven como a su Pastor y comparten sus orientaciones pastorales.
En cuanto a los laicos locales, sólo un grupo muy reducido, aunque vociferante y sostenido desde afuera de la Diócesis, mantuvo una actitud crĆtica, particularmente un tal Javier Miranda, de quien hablaremos al final. Sin contar con algunas excepciones, los laicos y sus dirigentes, tanto de los movimientos ya aprobados a nivel nacional o internacional, como de los numerosos que fue reconociendo, promoviendo y guiando Mons. Rogelio durante su ministerio, todos apoyaron y apoyan a su Obispo, que tanta libertad y espacio de acción les dio Ā«para hacer lĆoĀ» y avanzar en la evangelización y la misión continental de Aparecida.
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1. 10.000 fieles agradecen al Papa el AƱo Sacerdotal y el Seminario Mayor diocesano. [Noticia]
2. Declaración de los Curas PĆ”rrocos en apoyo al Obispo. [Noticia]Ā
3. Curas PƔrrocos apoyan con firmas a Livieres Plano. [Noticia]
4. Carta enviada por el clero diocesano al Papa Francisco en apoyo a Mons. Livieres. [Carta]
5. Carta enviada por las Congregaciones y Comunidades Religiosas al Papa. [Carta]
6. Carta a Su Santidad, de los Movimientos y Comunidades laicales. [Carta]
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5. NUEVOS SEMINARIOS PARA EL TERCER MILENIO
Cuando el 3 de octubre de 2004 MonseƱor Livieres asumió como Obispo de Ciudad del Este, no tardó en descubrir el mayor desafĆo que lo esperaba: disponĆa de poco mĆ”s de 70 sacerdotes (entre religiosos y diocesanos) para atender espiritualmente a una población de alrededor de 1.000.000 de almas, es decir, 1 pastor para mĆ”s de 10.000 ovejas. La perspectiva a futuro era todavĆa peor, con apenas una decena de seminaristas diocesanos formĆ”ndose en el Seminario Nacional de Asunción.
No es preciso explicitar la gravedad de la situación a quienes reconocen con humildad Ā«teocĆ©ntricaĀ» que la Iglesia fundada por Jesucristo Ā«vive de la EucaristĆaĀ», es decir, de los sacramentos en los que Ćl Ā«estĆ” con nosotros todos los dĆas, hasta el fin del mundoĀ», y cuya administración fiel encomendó a los sacerdotes.
Sin rentas y sin estudios de factibilidad, Monseñor tomó de inmediato la decisión estratégica de asumir como primera prioridad de su ministerio lo que le señalaban el Directorio para los Obispos y el Código de Derecho Canónico: aprobó la apertura de su propio Seminario diocesano.
Pronto se descubrió por quĆ© el DueƱo de la ViƱa lo habĆa elegido como Obispo: el Padre Rogelio habĆa atraĆdo y cultivado numerosas vocaciones al Opus Dei. Lo mismo hizo en su Diócesis, donde la pastoral vocacional no es delegada. Cada domingo, con la cooperación de un grupo animado de formadores, el Obispo atiende en su propia casa a todos aquellos interesados en considerar una vocación sacerdotal. Un poco de deporte, una charla de formación, dirección espiritual y confesión, adoración al SantĆsimo y rezo del Rosario, una tertulia con preguntas Ā«a quemarropaĀ» y una ansiada merienda hacen al mĆ”gico resultado de unos 130 interesados por aƱo, de los cuales son admitidos un promedio entre 30 y 40. El secreto del Ć©xito, ademĆ”s del interĆ©s directo y personal del Obispo, estĆ” en el entusiasmo con que los mismos aspirantes y los seminaristas salen a pescar vocaciones entre amigos, parientes y conocidos (marketing viralizadorā¦).
El Seminario Mayor San José ha sido ya evaluado positivamente por la Santa Sede en reiteradas cartas, y ha ordenado a mÔs de 60 sacerdotes al cabo de 10 años. Pero Mons. Rogelio, preocupado por mejorar la calidad de sus pescas y la crisis del sistema educativo general, creó en 2012 el Seminario Menor San Andrés. Paralelamente, buscando una aplicación mÔs radical de los lineamientos del Concilio Vaticano II y los documentos posconciliares sobre la formación sacerdotal, inició la experiencia del Instituto de Formación Sacerdotal San Ireneo de Lyon. Por el momento, esta casa de formación sólo funciona en su ciclo propedéutico, basado en la enseñanza de las artes liberales clÔsicas y la discusión en clases-seminario de los Grandes Libros de la cultura occidental.
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1. Cartas Laudatorias de la Santa Sede respecto del Seminario Diocesano.
2. El Plan de Formación Intelectual.
4. P. Emilio Grasso escribe interesante artĆculo sobre su visita al Seminario Mayor San JosĆ©.
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6. LA PIEDRA DE ESCĆNDALO
La decisión de formar a sus propios seminaristas como un padre educa a sus propios hijos tomó por sorpresa a la Iglesia en el Paraguay. Los Obispos se resistieron de entrada a esta peregrina idea, pues romperĆa (y rompió) el esquema monolĆtico de formación sacerdotal (tanto de diocesanos como de religiosos) que habĆa sido acordado con la creación del Seminario Nacional y su Instituto de TeologĆa, el siglo pasado.
En vano la Santa Sede les recordó el derecho y la conveniencia de que cada Obispo cuente con su propio Seminario cuando esto es posible. «¿Para quĆ© un nuevo Seminario, si siempre ha habido uno solo?Ā», se plantean los que aĆŗn hoy no parecen haber reflexionado sobre la indicación delnĀŗ 33 deEvangelii Gaudium: Ā«abandonar el cómodo criterio pastoral del āsiempre se ha hecho asĆāĀ».
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7. El PADRE CARLOS URRUTIGOITY
Un capĆtulo aparte en esta historia de oposición a nuestro Obispo y al nuevo Seminario es, sin duda, el ataque contra el Padre Carlos. Llegó a la Diócesis en 2005, junto con otros sacerdotes y laicos que despuĆ©s establecerĆan las Comunidades Sacerdotales de San Juan. Vino recomendado por algunos Cardenales con funciones en la Santa Sede (uno de ellos, elegido pocos dĆas despuĆ©s Sucesor de Pedro). TraĆa a cuestas una dura campaƱa de difamación y calumnia en EE.UU., sobre la que Mons. Livieres escribió una detallada carta aclaratoria.
Desde un comienzo probó ser un cercano colaborador del Obispo. Por eso mismo, su caso fue utilizado como un caballito de batalla para cuestionar los logros pastorales en la Diócesis y, especialmente, la formación del nuevo clero, ya que él ayudó en los comienzos a formar el nuevo Seminario. Después dejó esa actividad para asistir al Obispo en la Curia diocesana.
No obstante los reiterados desmentidos desde el Obispado, una prensa repetitiva y autorreferencial siguió citĆ”ndose y recitĆ”ndose sobre supuestas Ā«acusaciones de pedofiliaĀ» que, en realidad, jamĆ”s existieron. En Paraguay, estas campaƱas han sido generalmente encabezadas por el mismo periódico que, anteriormente, habĆa forzado la renuncia de otro Obispo Livieres. (La justicia, tambiĆ©n en este caso, dejó posteriormente en claro la falsedad de esas acusaciones, hechas por testigos pagados en una maniobra destituyente.) La prensa, en el caso del Padre Carlos, fue azuzada por los opositores eclesiĆ”sticos paraguayos que ya mencionamos, y que tienen influyentes contactos en EE.UU. y en Roma, con los cuales comparten idĆ©nticas tendencias y lobbies.
De todo, en fin, menos pruebas de pedofilia. Porque, mal que les pese a los detractores, no hay acusación de vĆctima alguna, sino un refrito de calumnias hechas por terceros interesados. Por eso nunca prosperó proceso penal alguno, ni condena en tribunal de ningĆŗn paĆs ni de la Santa Sede. Y para colmo de bienes, su heterosexualidad ha quedado confirmada por dos evaluaciones psicológicas independientes, una en los EE.UU. y otra en CanadĆ”, que tambiĆ©n descartaron la presencia de psicopatĆas o desórdenes de personalidad.
Tampoco es cierto que se hayan ido sumando cada vez mĆ”s acusaciones, aunque siempre sin poder probarse. Todas se reducen a la repetición testaruda de las inventadas hace varios aƱos, no por presuntas vĆctimas, sino por dos perseguidores ideológicos del Padre Carlos quienes, uno en Argentina y otro en EE.UU., alimentaron sendas campaƱas: una, conventual; y la otra, mediĆ”tica y cibernĆ©tica. El primero fue un sacerdote Ā«sedevacantistaĀ» argentino que no reconoce a ningĆŗn Papa desde san Juan XXIII hasta Francisco I y que, ademĆ”s, se hizo Ā«consagrar obispoĀ», invĆ”lidamente para la Iglesia católica. El segundo fue un norteamericano, un ex-empleado descontento porque el Obispo de Scranton, Mons Timlin, lo habĆa apartado de un proyecto educativo del que querĆa adueƱarse.
La única acusación presentada contra el Padre Urrutigoity ante el fuero penal americano (en nombre de una persona adulta llamada Michael Prorock) fue desestimada in limine (de entrada) por las investigaciones independientes de dos fiscales en Pennsylvania.
Quedan en claro, entonces, dos conclusiones clave: 1ĀŖ) que la acusación contra el Padre Carlos no implicaba un caso de pedofilia, pues el denunciante era mayor de edad cuando habrĆan ocurrido los supuestos hechos; 2ĀŖ) que, a causa de la desestimación de los fiscales, nunca se inició una causa penal en los EE.UU..
En los tribunales de la Iglesia, la Congregación para la Doctrina de la Fe negó la posibilidad de abrir un proceso canónico penal por la misma razón: no habĆa ninguna acusación de pedofilia.
Este fracaso de la acusación penal perjudicó seriamente a los abogados del acusador en su propósito de obtener una suculenta indemnización en el fuero civil como es habitual en los EE.UU., adonde acusaron de diversos delitos al Obispo James Timlin, a la Diócesis de Scranton y algunos de sus sacerdotes, a la Fraternidad San Pedro, a la Academia Saint Gregoryās, y a la Society of Saint John, fundada por el Padre Carlos.
Para las personas no habituadas a los intrĆngulis legales, es necesario aclarar que, por un mismo motivo, pueden iniciarse dos juicios independientes: uno en el fuero penal y otro en el civil. El Ć©xito de este Ćŗltimo, es decir, el monto de dinero a obtener como reparación por daƱos y perjuicios, queda muy debilitado si fracasa la denuncia penal.
Pero en los EE.UU., vale la pena intentarlo porque, aunque las acusaciones en el fuero penal ni siquiera hayan llegado a juicio āpor falta de hechos o inexistencia de pruebasā hay en su sistema legal mĆ”s posibilidades de lograr algĆŗn dinero a travĆ©s de una causa civil. En efecto, como los costos para defender la inocencia ante la justicia civil americana son elevadĆsimos (se estima que, en promedio, una Diócesis debe gastar un promedio de U$ 2.000.000 en cada caso), es norma de hecho llegar a un acuerdo prejudicial con aprobación del juez del caso.
La Society of Saint John, que se negó en principio a llegar a un arreglo, fue forzada por la Diócesis de Scranton, ya dirigida por Mons. Martino, a sumarse a un acuerdo total por U$ 450.000, de los cuales le correspondĆa aportar U$ 55.000, una cifra insignificante para los montos usuales en estos casos y que se explica porque los abogados acusadores carecĆan de pruebas mĆnimamente sólidas para pretender mĆ”s dinero de la Society o para desechar el acuerdo propuesto e iniciar el juicio civil. La Society of Saint John impuso como condición para firmar el acuerdo que los acusados dejaran asentada por escrito, una vez mĆ”s, su inocencia, y que el acusador, por su parte, renunciara de igual modo a cualquier otra campaƱa posterior de acusaciones u a otra acción civil.
Se ve que en todas partes, Ā«por la plata baila el monoĀ», sin importar el engaƱo al pĆŗblico ni el descrĆ©dito de los inocentes. Yendo ahora a los bailarines de Ciudad del Este, el 23 de julio de este aƱo, en la causa 2014-6130 del Juzgado Penal de GarantĆas NĀŗ 6 de Alto ParanĆ”, la fiscal a cargo, MarĆa Graciela Vera ColmĆ”n, ha solicitado se desestimen y archiven, por carecer en absoluto de cualquier sustento probatorio, las acusaciones iniciadas Ā”telefónicamente! ante la FiscalĆa por una radio de Asunción contra el PresbĆtero Urrutigoity Ā«por supuesto abuso sexual en niƱos, no mencionando nombre de vĆctimas⦠ademĆ”s de no identificar⦠dirección y/o fecha (o) lugar en que ocurriera el hecho denunciadoĀ». Todo provino de las diatribas hechas āy grabadasā en un programa de Radio Unión por el conocido denunciante serial Javier Miranda quien, intimado por la fiscal a comparecer para Ā«declaración testificalĀ», jamĆ”s se presentó ni envió evidencia alguna, confirmando asĆ sus innegables condiciones actorales.
Pastor, y no mercenario que huye ante lobos, Mons. Livieres se mantuvo siempre inflexible en la defensa de inocentes. En el caso del Padre Carlos, lo hizo incluso frente a aquellos que, aĆŗn reconociendo la justicia del caso, encontraban imprudente, primero su recepción en la Diócesis, y, luego, su promoción a distintos cargos, ya que tales acciones implicarĆan poner en peligro la imagen de la gestión y la Ā«carrera eclesiĆ”sticaĀ» del Obispo. Sin embargo, MonseƱor Rogelio juzgó mĆ”s realista y acertado aprovechar los recursos humanos concretos que la Providencia le ponĆa a mano.
A pesar de la ocasional algazara mediÔtica y protesta clerical, el Vaticano respetó la decisión del Obispo y, luego de un prudente tiempo de espera y experiencia en la nueva Diócesis, autorizó la incardinación del Padre Carlos en Ciudad del Este por medio de su Representante, el Nuncio Apostólico en el Paraguay, con el consentimiento del Obispo excardinante. AdemÔs, ese mismo año emitió la carta laudatoria dando su consentimiento a la elevación como Sociedad de Vida Apostólica de las Comunidades Sacerdotales de San Juan.
En lo que respecta al juicio del Pueblo de Dios en la Diócesis, los seminaristas, sacerdotes, religiosos y laicos de la Diócesis en su conjunto apoyaron y apoyan al Obispo y al sacerdote, siendo después de casi 10 años testigos directos de su ejemplar ministerio y sus cualidades humanas y honestidad moral. Estos apoyos no hay que suponerlos. Han quedado plasmados, para quien quiera examinarlos, en manifiestos escritos y firmados a la prensa y al público general. Lo que es mÔs, cuando llegó la hora de nombrar a un nuevo Vicario General, consultados los sacerdotes y los dirigentes laicos, casi por unanimidad propusieron al Padre Carlos como el candidato de su elección. Aunque él mismo se opuso a la idea por parecerle imprudente, el Obispo confirmó y respaldó la decisión de su presbiterado y laicado.
Cabe destacar finalmente que, cuando Mons. Livieres se enfrentó a verdaderos casos de corrupción o violaciones del celibato sacerdotal, en cualquiera de sus formas, no dudó en proceder, incluso frente a fuertes presiones, conforme a derecho, castigando proporcional y medicinalmente a los culpables.
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1. Carta Informativa sobre el Pbro. Carlos Urrutigoity [Resumen de la cuestión].
2. Carta de los Seminaristas sobre campaƱa de calumnias contra el Obispo y Formadores.
3. Pedido de los fieles solicitando la permanencia del P. Carlos Urrutigoity.
4. Transparencia y coherencia de Mons. Livieres frente a casos de pederastia. [Entrevista]
5. Las Comunidades Sacerdotales de San Juan. Documentos y recomendaciones. [Documentos]
6. FiscalĆa desestima la denuncia contra el Pbro. Carlos Urrutigoity. [Documentos]
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8. MONS. PASTOR CUQUEJO
El Arzobispo de Asunción se sumó pĆŗblicamente a una nueva ola de ataques contra el Padre Carlos, al afirmar ante la prensa que su caso no estaba claro y que podrĆa, en calidad de Arzobispo Metropolitano, solicitar a la nueva administración en Roma que reabra la investigación de la Congregación para la Doctrina de la Fe cerrada in limine bajo Benedicto XVI por falta de acusación de menores.
Indignado, Mons. Livieres le respondió en el terreno en el que se habĆa pronunciado el Arzobispo. Lo hizo porque sus reiteradas aclaraciones eran descreĆdas abiertamente y porque se pedĆa contra toda justicia la reapertura de una investigación sin que hubiera nuevas acusaciones ni nuevos elementos de juicio. La piedra tirada por Mons. Cuquejo estaba dirigida no sólo a poner en duda la probidad de lo actuado por Mons. Livieres, sino de la misma Santa Sede.
Sin rodeos de su parte, aunque quizĆ”s con exceso, seƱaló al Arzobispo la incongruencia de alegar escĆ”ndalo y solicitar investigaciones pĆŗblicas cuando el mismo Mons. Cuquejo habĆa sido no sólo acusado, sino procesado por actividad homosexual, y no por terceras personas, sino por implicados directos.
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1. Nuevo ataque a la Iglesia Católica con viejos argumentos. [Noticia]
2. MonseƱor Cuquejo, vocero de disidentes. [Vea final del artĆculo].
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9. NUEVAS COMUNIDADES
Como suele criticarse a padres con mĆ”s de dos hijos, se ha cuestionado el nĆŗmero de vocaciones sacerdotales y de los nuevos carismas laicales y religiosos, planteando una falsa oposición entre cantidad y calidad. IncrĆ©dulamente, algunos se preguntan si es posible que Dios bendiga tan generosamente a una Diócesis, o si la multiplicación es mĆ”s bien fruto de la negligencia y el afĆ”n de estadĆsticas.
El Ôrbol se juzga por sus frutos. El juicio del pueblo sobre sus nuevos pastores es muy positivo y estÔn encantados con los variados servicios que les proveen las comunidades religiosas y los movimientos laicales. Claramente, siempre se puede hacer mÔs y mejor. Seguramente la Visita Apostólica aportarÔ sugerencias y correcciones que permitan llegar aún mÔs lejos.
Pero es innegable que Ciudad del Este, hasta hace poco conocida por su contrabando y otros trĆ”ficos, se ha ido convirtiendo en un centro de vitalidad espiritual, religiosidad y cultura reconocido en el paĆs. Es difĆcil recorrer las calles de la ciudad sin observar jóvenes sotanas y hĆ”bitos religiosos. Cada fin de semana, hay unas 2.000 personas que salen de sus periferias y pobrezas humanas para participar de retiros de conversión y formación, organizados mayormente por laicos acompaƱados de sus capellanes. Por su parte, los mĆŗltiples cursos de formación para dirigentes sobre Biblia, liturgia y catequesis cuentan con gran participación de asistentes.
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Nuevas comunidades y espiritualidad
1. Mons. Rogelio admite a nuevas comunidades eclesiales en nuestra diócesis.
2. Mons. Livieres inauguró el Comedor para indĆgenas āSan Juan Diegoā.
3. Obispo promueve nueva experiencia de vida religiosa contemplativa: Monjas Faustinas.
4. Comunidad Misionera de JesĆŗs, aprobada por Mons. Livieres en el 2006.
5. Mons. Livieres inaugura y consagra el templo del Seminario Menor de los Agustinos
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Cultura
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1. āRequiem de Mozartā, un evento sin precedentes en Paraguay.
(Video completo : https://www.youtube.com/watch?v=BCHaVRa8kBM)
2. Murales de la Parroquia EspĆritu Santo.
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10. TEMAS ECONOMICOS
Nos ocupamos ahora de los alegatos relacionados con las finanzas. Dos son los cargos en este rubro: la malversación de las donaciones otorgadas por la Binacional Itaipú y la dilapidación del patrimonio inmobiliario de la Diócesis.
ItaipĆŗ donó a la Diócesis una importante cantidad de dinero (unos U$ 300.000) que el Obispo destinó por completo a la manutención del Seminario. Fue acusado por el Sr. Javier Miranda de malversación de fondos y de estafa a los pobres y necesitados de la región. Mons. Rogelio justificó su decisión seƱalando que los futuros sacerdotes serĆan los mĆ”s efectivos agentes de cambio social y, por lo tanto, que era el mejor modo de servir a los pobres en el largo plazo. La Justicia del Paraguay le dio la razón a Mons. Rogelio en todas las instancias, incluĆda la Corte Suprema, reconociendo la razón de su proceder y comprobando que se habĆa gastado hasta el Ćŗltimo centavo en cubrir las necesidades de la Iglesia, sin desviaciones a bolsillos de particulares.
Siempre bajo la urgencia de conseguir los fondos para pagar por la educación de casi 200 seminaristas y el desarrollo de pastorales cada vez mĆ”s activas y variadas, es decir, en orden a capitalizar espiritualmente a su Diócesis, el Obispo, sin rentas disponibles por ser muy reciente la creación de la misma, procedió a vender algunos inmuebles que no tenĆan usos pastorales ni producĆan otros beneficios económicos. Lo mismo habĆan hecho sus predecesores, incluso sin haber tenido Seminario propio que mantener. A pesar de esto, el Sr. Miranda lo denunció como una maniobra dolosa e irresponsable.
De todos modos, para buscar una solución definitiva a esta precariedad económica, el Obispo, siguiendo la recomendación que habĆa recibido por parte del Nuncio Apostólico al asumir su cargo, ha comisionado a laicos calificados el estudio y ejecución de proyectos que produzcan rentas en el futuro para cubrir al menos el 75% de los costos operativos estimados.
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1. Nuestra Diócesis debe generar rentas para cubrir los gastos de la evangelización. [Entrevista]
3. Proyecto de rentas de la Diócesis: Camposanto San Marcos.
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11. JAVIER MIRANDA
La nota tragicómica de esta saga le corresponde a Javier Miranda, un agitador polĆtico poco familiarizado con el rigor de la verdad. Autoproclamado Ā«Presidente de los Laicos del Alto ParanÔ», aunque no lo siga ningĆŗn movimiento laico, viene acusando tan obstinada como contradictoriamente a Mons. Rogelio y a sus colaboradores de los crĆmenes mĆ”s variados, llegando en sus fabulaciones a afirmar en la prensa que tenĆa pruebas fehacientes de que el Obispo habĆa contraĆdo en un casino de Uruguay una deuda por millones de dólares (sic).
Aunque desautorizado por los hechos āy hasta por los falibles tribunales humanosā sigue siendo tĆtere Ćŗtil de ciertos grupos de izquierda y de los oponentes eclesiĆ”sticos de siempre. Eso sĆ, con Ć©xito y apoyo popular escasĆsimo.
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1. Respuesta de Mons. Rogelio al seƱor Javier Miranda. [Carta]
3. Manifiesto de fieles autoconvocados en apoyo al Obispo Rogelio Livieres.
4. Solicitada de los Movimientos y Comunidades Laicales en repudio a miembros de la ex-JUDILA.
5. Asociación de Abogados defiende inocencia de Mons. Livieres.
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12. QUE LA HISTORIA NO SE REPITA
El crecimiento y la pujanza del Pueblo de Dios en el Paraguay fueron cruelmente mutilados a raĆz del injusto proceso y supresión de los misioneros jesuitas a fines del siglo XVIII. TambiĆ©n ellos fueron acusados por eclesiĆ”sticos cuestionables en alianza con poderosos lobbies y polĆticos.
Los que apuestan a que la historia se repita ahora en nuestra Diócesis pueden llevarse la sorpresa de descubrir que, esta vez, el Obispo de Roma es un heredero de esos jesuitas calumniados y suprimidos, dispuesto a escribir la historia de un modo nuevo.
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