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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La instrumentalización del Papa Francisco

Enviado para el nº del 1 de febrero de Siempre P’Alante

Los católicos ante el Papa, el que sea, no tienen, por su catolicismo, que tener una postura común ante él en todo. Deben reconocerle como Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia, amarle y respetarle, obedecer lo que legítimamente mande, rezar por él y poco más. No tienen que aceptar sus gustos particulares ni pensar que todo lo que hace o dice está inspirado por el Espíritu Santo. Porque no lo está. A un católico le puede gustar más un Papa con zapatos rojos o negros, que use mucho el latín o poco, muy viajero o menos, que se prodigue en los medios o que no lo haga tanto, que duerma en Santa Marta o en el palacio apostólico, que use mucho el teléfono o que no lo haga casi nunca… Y nadie es más o menos católico por una cosa u otra.

Tampoco todo lo que hace o dice el Papa hay que aplaudirlo hasta con las orejas. Incluso se pueden expresar opiniones contrarias siempre desde el respeto. Yo he criticado públicamente nombramientos de todos los Papas porque no me parecieron acertados. Aunque nunca discutí su derecho a hacerlos ni su jurisdicción una vez nombrados. No me gustó el acto de Asís aunque me pareció de locos la respuesta de algunos considerando al Papa poco menos que hereje o apóstata. Y los ejemplos se podrían multiplicar. Con Francisco y con todos los Papas.

El que ahora rige la Iglesia desde hace ya casi un año es sumamente activo y se prodiga muchísimo en los medios. Quien tanto habla es imposible que siempre guste a todos. Y no puede acertar en todas las ocasiones con lo que dice. Ante eso caben diversas posturas en los católicos. No pocas de ellas nada recomendables. La de quien aplaude todo lo que el Papa dice como si por él hablara siempre la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Corriendo además el riesgo de volverse locos cuando el Papa se contradiga o lo haga con un Papa anterior. El seguirle con lupa para ver donde se le puede pillar para criticarle. El sostener que va a fundar otra Iglesia y que por fin esa va a ser la verdadera y la única fiel a Cristo. El considerarle el único Papa, al igual que al Vaticano II el único Concilio, y que todo lo anterior es basura desechable o poco menos. O, por el contrario, considerar válidos a los Papas anteriores y a éste un impostor o casi. También podríamos multiplicar la lista de actitudes poco o nada católicas ante el Papa Francisco. O ante cualquier Papa.

Dicho esto, y ante un Papa tan locuaz como el que hoy tenemos, creo que todos deberíamos tener, si no una actitud única, que es imposible y `por tanto no recomendable, una que no haga añicos al Papa, a la Iglesia y a nuestra propia conciencia. El Papa dice muchísimas cosas excelentes, tan buenas y en casos mejores que quienes le antecedieron. La entrega a Cristo, la devoción a la Virgen, la oración, la confesión, el demonio, el pecado, el rosario… están permanentemente en su boca. Alegrémonos de ello y reconozcámoslo. Además este Papa viene de lejos y no estaba entrenado en el ministerio petrino. Un cardenal de curia o europeo si es elegido Papa ya tiene aprendido el oficio. A fuerza de verlo desempeñar ante él. Al que viene de lejos le cae todo de nuevo. Y necesita un tiempo de rodaje. La historia aquella del obispo de Roma, que sin duda lo es, tan entusiásticamente alabada por lo peor de la Iglesia, ha pasado a mejor vida. Y así otras varias cosas. La sillas, aunque menos ostentosas que otras de antaño, ya no son iguales que las de los demás. Yo hasta confío que el Buon pranzo desaparezca de sus alocuciones. Aunque ello no disminuya para nada mi respeto y amor al Pontífice. Como tampoco me parecería oportuno un Ale, qué os divirtáis. O A disfrutar de la pizza que las hacen muy buenas en Roma.

Luego está la manipulación de sus palabras. Hecho ciertísimo. Y muy repetido. Lo que dijo el Papa, lo que dicen que dijo, lo que pareció decir pero no tanto… Con este Papa se multiplican las aclaraciones, las exégesis más o menos autorizadas, los desmentidos… Utilizadísimo con entusiasmo y no pocas veces con absoluta tergiversación por ateos, homosexuales, cismáticos, declarados enemigos de la Iglesia, analfabetos funcionales, curas rebotadísimos o inclusos en la anterior categoría de analfabetos… Tergiversación que también se da en sectores fundamentalistas de la Iglesia. Ninguno intenta salvar la interpretación más eclesial del Papa. Por un lado y por el otro. Para unos el Papa es el defensor de lo peor aunque para ellos sea lo bueno. Y para otros el demoledor de lo poco bueno, según ellos, que queda en la Iglesia.

En más de una ocasión el Papa ha dicho que él es hijo de la Iglesia por lo que debemos intentar salvar siempre la más eclesial interpretación de sus palabras. Aunque a veces tenga ello su dificultad. Y en ocasiones Lombardi tenga que hacer equilibrios sobre el cable. Supongo que el Papa se irá dando cuenta de que el hablar tanto puede inducir a confusión y que no le conviene tanta aclaración, desmentido o incluso contradicción. Porque ¿cómo se conjuga el misericordiear con la persecución a los Franciscanos de la Inmaculada?

El presidente del episcopado polaco ha señalado otro peligro cierto de la excesiva locuacidad del Papa. Es el de que se están utilizando torticeramente sus palabras, o mejor una interpretación sectaria de esas palabras, para atacar a los obispos y los sacerdotes, malos para los malos, es decir buenos, con el Papa bueno que encanta a los verdaderamente malos.

Y en eso están picando no pocos. Las impresentables declaraciones del vicario general de Mallorca, son fruto de esa instrumentalización abusiva del Papa Francisco.     

 

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