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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los ochenta años del cardenal Hummes

Hoy cumple ochenta ños el brasileño Hummes, arzobispo emérito de Sâo Paulo, cardenal de la S.R.I., franciscano y en mi opinión un necio con cornucopia. No pretendo hacer con mis opiniones vitando proselitismo así que me da igual que alguien las comparta o las rechace. Que cada cual tenga las suyas.

Pienso que Hummes hace buena aquella maldad  de sobremesas clericales en las que que algún canónigo, cuando eran alguien, obtenidas sus canonjías en reñida oposición y no por el dedo del obispo de turno, decía aquello de cuales eran las virtudes de la Iglesia representadas en sus principales órdenes religiosas:la pobreza de los jesuitas, la humildad de los dominicos, la ortodoxia de los agustinos y la inteligencia de los franciscanos. No voy a dar por buena la volteriana gracia pero ciertamente Hummes viene a avalarla.

Creo recordar que cuando Benedicto XVI le hizo Prefecto de la congregación del Clero, los nombramientos no eran lo suyo, se nos descolgó diciendo que el celibato sacerdotal era poco más que una antigualla a enmendar. En menos de horas veinticuatro le tiraron de las orejas y con rostro de cemento armado dijo lo contrario. Que una prefectura bien vale una palinodia.

Pues este sujetillo que llegó al cardenalato para intentar enmendar el error de Arns, aunque el otro franciscano le da sopas con honda a este mediocrete, ha perdido hoy su derecho a elegir en Cónclave Romano Pontífice. Que ejercitó en dos ocasiones. Para elegir a Benedicto XVI y a Francisco. Afortunadamente no repetirá tal prerrogativa. Desde hoy lo han transplantado el morfandolio de la incelutria. Del que nunca debió haber salido.

 Dicen que es amigo del Papa Francisco. Como católico no tengo la menor obligación de venerar sus amistades. El rabino, el pastor y este brasileño son cosas suyas. No tienen que ser mías. Es más, ningun de los tres me gusta un pelo. Y mis gustos sobre semovientes me los administro yo y no el Papa. Ni éste ni ninguno. Por ejemplo abominé siempre de Bertone, amiguísimo de Benedicto XVI.       

   

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