«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La luz y las sombras del Papa Francisco

 

Hay cosas que dice o que hace el Papa que me preocupan. Algunas las digo y otras me las callo. Y por una poderosísima razón: porque me da la gana. Y soy yo quien me administro palabras y silencios. También hay muchísimas cosas del Papa que me gustan. Unas las refiero y otras no. Y ello por dos razones. La primera por no querer hacer del Blog el eco de todo lo que dice o hace el Papa. No es ese mi propósito. Y la segunda porque diciendo tantas cosas que me parecen bien sobre Cristo, la Virgen, la oración, el pecado, el demonio… y hablando tanto el Papa no daría yo abasto para reflejar todo ello. Pero eso no quiere decir que en ocasiones no me haga eco de palabras del Papa. Por ejemplo hoy sobre el rosario.

http://secretummeummihi.blogspot.it/2014/09/francisco-el-rosario-acompana-siempre.html

Todos los Papa, como es normal, valoran el rosario. Y lo rezan. Francisco también. Y nos lo refiere con especial énfasis. Que por supuesto le alabo. Muchísimo. 

La fotografía con la que ilustro el artículo es curiosa. No se trata de que el Papa, amante del rosario, salga a la calle con él colgado de una oreja. En una de esos baños de multitudes que se da, sumamente preocupantes por su seguridad, alguien le arrojó un rosario que le quedó colgado de la oreja. Esperemos que nadie le arroje algo lesivo. Dios lo quiera.

Y aquí una breve digresión sobre el olor de multitudes en el que se baña Francisco. Aunque nadie se bañe en multitudes sino en agua. Algún lector, seguro que con buenísima intención, me advirtió no hace mucho que era un error mío lo del olor de multitudes. Y se inventó una frase, o la repitió pues creo que el que primero la acuñó fue Federico Jiménez Losantos, señalándome que lo del olor era loor. Porque las multitudes huelen muy mal.  Pues lo siento por mi admirado por tantos motivos Jiménez Losantos y por mi corrector. Se dice en olor de multitudes y no en loor. Porque las metáforas tienen esos problemas. A veces no responden a la lógica. Por ejemplo llamar monstruo a Ronaldo o padre de la patria a Zapatero. Recurro a una autoridad. De la Real Academia Española. La del limpia, fija y da esplendor. Eugenio Montes escribió un hermoso artículo sobre el asesinato del canciller austriaco Dollfüss. En mi opinión un gigante, aunque fuera tan bajito. Artículo que concluye así: «Murió en olor de multitud, como los héroes y en olor de santidad como los santos». Nada de en loor. Aunque las multitudes que acudieron a su entierro le alabaran. También. Y hasta es muy probable que no olieran a rosas.

Pero una vez más me he ido. Del Papa y del rosario. Que era de lo que quería hablar.

Y notable también la secuencia del episodio. El Papa, una vez que se dio cuenta de que un rosario colgaba de su oreja, naturalmente se lo quitó. Pero no lo entregó a nadie de los que le acompañaban. Siguió con él, en su mano. Hasta diría que amorosamente. 

 

 

 

 

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