Algunos se habrán sentido conmocionados por el obituario. Botín y Botella. Una muerte real y otra política. Pienso que ambos católicos. Con sus virtudes y sus defectos. Que seguro que habría de unas y de otros. Pocos habrán llorado su muerte, física o política. Descontados familiares y amigos íntimos del banquero, que seguramente muchos amigos íntimos no tendría, y políticos de la teta que chuparan de la de la Botella. Por supuesto que políticamente. Otros se habrán alegrado. Allá cada cual.
¿Por qué les traigo al Blog? Porque enseñan mucho eclesialmente. Han muerto, por supuesto que de distintas maneras, y los católicos como si se hubiera muerto un bautizado en Pensilvania. Peeo creo que ante dos noticias de esta magnitud española algo deberíamos decir. No he conocido personalmente a ninguno de los dos. A Doña Ana no la vi nunca en mi proximidad. A Don Emilio en alguna ocasión saliendo de la misma misa a la que yo había acudido. En Caná. Pues de entrada me sentí cercano a él. Sería un excelente católico o tendría muchísimos defectos en su catolicismo. No lo sé. Doña Ana Botella creo que también asiste a misa. Pero a otras.
Hablo pues de dos católicos, con sus virtudes y sus defectos, desconozco una y otros, y de dos hermanos en la fe. Del banquero no he de decir más que sus atesoramientos terrenos ya los ha perdido.Le quedan los que haya atesorado en el cielo. De aquí no se lleva nada más que lo que haya en su conciencia. A la que le deseo lo mejor. Dios sabrá. Como todos sabemos aquí no se queda nadie. Ni el rico ni el pobre. Ni nadie se lleva al otro mundo lo que aquí haya atesorado salvo que su tesoro lo haya puesto en el cielo. Pues, Don Emilio, le deseo de todo corazón que en el cielo haya un poquito. Y si hubiera mucho, mejor todavía. Sus manos estuvieron llenísimas. Mucho más que las de cualquier español. ¿Incluido el Rey Juan Carlos? Es posible que sí. Que Quien ya le ha juzgado no las encuentre vacías.
Las de la alcaldesa de Madrid están tan vacías políticamente que ha tenido que declarar que ella se iba. También sin dolor de nadie. Salvo el de ella y el de sus paniaguados. Era un evidente o me voy o me echan. Pues tú los has querido fraile mostén. Los católicos madrileños no es que no estemos consternados, es que estamos indiferentes de que se vaya usted. Y eso que la Cifuentes o la Santamaría, que dicen que pueden ser su alternativa, sean católicamente menos que usted. O nada. Pero yo, católico, no es que me sienta indiferente ante su marcha, es que me alegra. No le debo nada. Y no me refiero a deberes personales.Sólo a los ideológicos.
Pues, una oración por el eterno descanso de Botín y una indiferencia absoluta por la marcha, en el abandono de los suyos, de Ana Botella. Que siendo en teoria de los míos nunca me lo pareció. Los Aznares se van de la política española. Ni una lágrima por mi parte. Más bien regocijo. Aunque lo que nos quede sea Rajoy y sus boys. Que todavía me parecen peor que Aznar y los suyos.