«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Un obispo que tiene que deshacerse de un impresentable vicario general

Y cuánto antes lo haga mejor para él

Hubo un obispo en Tortosa 

que no destacó gran cosa.

O para ser más exactos,

ayuno de buenos actos.

No lejos, un adoquín,

hartaba al buen mallorquín.

Y en el trasero la suela,

lo mandaron a Orihuela.

Los que estaban en el pozo

le recibieron con gozo

porque nadie se esperaba

fuera peor quien llegaba.

La acogida fue brillante 

y el entusiasmo al instante

se volcó con el prelado

de ilusiones aureolado.

Y el nuevo obispo, avisado,

ganó hasta  el desconfiado.

Días de rosas y vino

prometía el tortosino.

Y nombró nuevo vicario

con gozo del vecindario.

Más salió rana ese Don.

¡Qué digo rana, escorpión!

Sacerdote la mujer,

aborto, podría ser,

optativo el celibato,

los gays de la Iglesia ornato.

Obispo con tal vicario

ha de salir del armario.

Y al vicario destituye 

o él mismo se prostituye.

No demore Don Javier

lo que debió hacer ayer

porque es vida dolorosa

malandar en verso y prosa.

Y un obispo tan silente

Mallorca no lo consiente. 

Le sobró con el pasado

para repetir prelado.

Mañana más ripios si sigue Vera a su vera.

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