El obispo de Málaga no parece proclive a que los Hermanos Mayores de las Cofradías vivan al margen de la moral de la Iglesia.
http://www.elmundo.es/andalucia/2014/02/23/5309e06c268e3eb74a8b456d.html
Y me parece muy bien. Catalá, además, es muy suyo y como se empeñe en algo va a por ello. Más de una vez me he referido a que su carácter es hirsuto, híspido o algún calificativo similar. Pero en su diócesis manda él. Y eso lo saben todos. Y muchos, ante ello, contienen sus querencias. Porque con Catalá bromas, pocas.
Yo no creo que para ser cofrade haya que exigir mucho. Como para ir a misa. Pero para ocupar puestos destacados en la Iglesia creo que es necesario una coherencia de la vida de quien los ocupa con lo que la Iglesia sostiene. El presidente de un Cáritas diocesana no puede ser un defensor del aborto, el delegado de medios de un obispado si es seglar no puede declararse partidario del sacerdocio femenino, aunque así se manifieste el vicario general de Mallorca con su impresentable obispo encantado, y el Hermano Mayor de una Cofradía no puede estar casado por lo civil tras un matrimonio canónico e incluso sin que éste no hubiera existido. Ya un costalero, o un simple cofrade, pues tampoco es como para exigirle una vida como Dios manda. Aunque bueno sería que la llevaran.
Creo que las Cofradías se han saneado mucho y esta decisión del obispo de Málaga va en ese sentido. A un colega en el episcopado, del Tajo abajo, le puede estallar, si no ha ocurrido ya, algo similar con otro alto cargo cofradiero. Y en su caso con más inri pues hubo decidido empeño episcopal en que asumiera tal representación. Cuando salte a la prensa, si salta, ese obispo se va a enterar de lo que vale un peine. En mi juventud había un dicho muy ordinario que se utilizaba en meteduras de pata notables: la ca…, Burt Lancaster. Pues, si reza, bueno sería que se encomendase al cielo para que no le explote en los morros la trapallada en la que se metió.
Don Jesús Catalá tendrá defectos. ¿Quién no? Pero entre ellos no está la falta de autoridad. La tiene hasta tal punto que a veces pienso si no sería un buen arzobispo de Barcelona. Aunque sea valenciano. No le veo yo proclive a caer en el síndrome de Estocolmo que ha afectado a todos los valencianos que llegaron a diócesis catalanas.
Pero no toca hoy hablar de la sucesión en Barcelona sino de una actuación del obispo de Málaga. En mi opinión acertadísima. Que allí no estamos en Torrevieja. Por lo de las salinas.