«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Un obispo preocupado por las vocaciones sacerdotales

A Don Manuel Sánchez Monge, obispo de Mondoñedo-Ferrol, no le encomendaron una diócesis fácil. Más bien una complicada herencia. Es una diócesis mucho más ancha que larga, de casi 300.000 habitantes, con 422 parroquias y apenas 147 sacerdotes diocesanos más 11 religiosos. Es además una diócesis rural con todo lo que ello significa en Galicia. Muchísimas aldeas apenas sin habitantes, ancianos la mayoría y de acceso complicado no pocas de ellas. Además la media de edad de los sacerdotes es muy elevada y un número apreciable ya está inútil para todo ministerio. Y bastantes lo desempeñan como pueden con más de ochenta años sobre sus espaldas. El automóvil, imprescindible para llegar a las aldeas que tienen encomendadas, se hace imposible cuando los años se han acumulado en el párroco.

Los obispos han asumido una tarea en mi opinión bastante inútil. Todas las semanas se esfuerzan por escribir una cartita pastoral que no lee nadie y que, además, tampoco se pierde mucho con no leerlas. Son buenistas, insulsas, escritas como por una obligación molesta aunque nadie se la haya impuesto y, como digo, muy prescindibles. Supongo que a algunos incluso se las escribirá un negro. Por supuesto que sin la menor connotación  racista en lo de negro. Castellano puro. 

Pero de vez en cuando lee uno alguna que merece la pena. Como la que acaba de escribir el obispo de Mondoñedo-Ferrol sobre las vocaciones. Es sentida, preocupada, realista, eclesial, sensata. Esá merece la pena leerla. Y sobre todo aplicarla. Porque en mi opinión los curas tienen gran responsabilidad en el actual desierto vocacional. Antes todo buen párroco se sentía feliz encaminando a un niño o a un joven al seminario. Hoy a muchísimos les trae sin cuidado. Bien sé que en las aldeas ya no hay niños ni jóvenes. Siempre queda la oración. E intentar hacer algo con lo poco que quede. Que muchísimos ni lo intentan. Ni siquiera en la «vilas» donde algo cabría hacer. 

La carta del obispo va dirigida a su clero y a sus fieles. Dios quiera que le escuchen y le sigan. Pero me parece también del mayor interés para otros obispos, sobre todo de diócesis rurales pero incluso de las que no lo son, para el clero en general y para los fieles. A nosotros, los fieles apenas nos queda más que pedir al Señor que envíe operarios a su mies y no poner obstáculos sino ánimos, si Dios bendice nuestras familias con una vocación sacerdotal. Pienso en cambio que los curas, en general, podrían, y deberían, hacer bastante más en ello. E igual se verían mejores resultados. ¿Por qué no prueban? Tal vez porque unos cuantos se limitan a decir misa a quienes quieren acudir o a quienes encargan un funeral. Y a bautizar y a casar aunque cada vez a menos gente.No pocas veces poniendo además problemas.  Hay párrocos que llevan meses sin confesar a nadie. Y cuyos feligreses se mueren sin sacramentos porque no visitan a los enfermos.

La carta vocacional de Don Manuel Sánchez Monge vale la pena leerla. Y que la tengamos en consideración. Cada uno en lo que esté a su alcance. Yo por lo menos procuro que tenga más lectores que los de su página diocesana. Porque me ha gustado mucho.

http://www.mondonedoferrol.org/obispo_2014_nuevosseminaristas.htm

 

 

 

 

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